793 Aniversario de la Aparición de la Santísima Virgen de la Cabeza

SOLEMNE NOVENA EN SU HONOR

Consideración para el tercer día de novena: Por los alejados de la fe.

DÍA TERCERO

1.- Oración para todos los días.

Virgen Santísima de la Cabeza, Madre de Dios y de la Iglesia, que has querido establecer tu Santuario en esta Sierra Morena para auxilio de los cristianos, consuelo de los afligidos, refugio de los pecadores y aliento de los peregrinos y romeros, dígnate acoger con amor maternal las súplicas que durante esta novena te dirigen tus hijos y devotos. Y, pues, tu Hijo Jesucristo te constituyó Madre de todos los hombres, intercede ante Él para que sepamos caminar siempre como tú, siguiendo las huellas de tu Hijo hasta que alcancemos las cumbres de la gloria en compañía de tu Hijo que vive y reina con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

2.- Reflexión para este día: MARÍA MUJER LIBERADA Y LIBERADORA.

«Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor y dijo María: Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador, porque ha mirado la humilde condición de su sierva, desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones. Ha derribado a los poderosos de sus tronos y ha levantado a los humildes.» (Lucas 1, 45 y ss). María es bendita porque sobre ella se ha posado la fuerza de Dios. María se siente iluminada por el Espíritu y lanza a los cuatro vientos de la historia un grito profético inspirado en los salmos. Cuando María proclama que Dios ha derribado a los potentados de sus tronos y ha exaltado a los humildes, se está anticipando a la predicación de su Hijo. También Jesús dirá en el sermón de la montaña: «Dichosos los pobres porque de ellos es el Reino de Dios». Juan Pablo 11 nos dirá: «María está profundamente impregnada del espíritu de los pobres de Yavé, que en la oración de los salmos esperaban de Dios su salvación, poniendo en El toda su confianza. Ella, María, proclama la venida del «Mesías de los pobres». (Redemptoris Mater, 37).

3.- Preces.

Elevemos nuestras oraciones al Padre, por medio de su Hijo hecho hombre y nacido de María siempre Virgen:

- Por la Iglesia para que siguiendo el ejemplo de Cristo, el Ungido de Dios, se dedique a predicar la Buena Nueva del Evangelio de modo preferencial a los pobres y a los marginados por cualquier causa, roguemos al Señor.

- Por todos los pobres y abatidos de la tierra para que unidos al espíritu de María, trabajen en serio en su liberación integral, roguemos al Señor.

- Por todos los cristianos para que llevemos una vida testimonial y, en consecuencia, nos entreguemos con ahínco a instalar la paz, la justicia y el amor universal entre todos los hombres, roguemos al Señor.

- Para que el Señor, por intersección de María de la Cabeza, nos envíe muchas y santas vocaciones para la vida sacerdotal y religiosa, roguemos al Señor.

4.- Oración final.

Padre lleno de bondad, de quien procede la vida, nosotros te bendecimos porque has ocultado los misterios de tu Reino a los sabios y poderosos de este mundo y se los has revelado a la gente sencilla; dígnate ahora escuchar nuestras súplicas que ponemos en manos de María, Madre de tu Hijo que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Por Cristo nuestro Señor. Amén.

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