PALABRA DE VIDA

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO CICLO B

Santuario, 10 de Diciembre de 2017

 

"Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento"

 

Símbolos: SE PUEDE ORDENAR LA SALA PARA LA ORACION:

-La pila bautismal... (signo de conversión...)

-Segunda vela...

-Campana grande o varias campanillas”: Juan Bautista, aplicándose las palabras del profeta Isaías, se presenta así: “Yo soy la voz del que clama en el desierto: allanad el camino del Señor”. Juan es el precursor, el testigo. Está en la línea de los profetas... Y este movimiento profético está orientado hacia Jesús: profeta grande en palabras y obras. La campana que convoca y anuncia, expresa simbólicamente la voz que clama en el mundo y en nuestra vida; la presencia que llama y avisa.

El cristiano por el bautismo participa también de esa misión.

Como la campana, tiene que ser presencia, voz que llama, convoca, avisa, anuncia algo importante...

 

Ambientación

 

         Hemos comenzado el Adviento para encontrar el camino...

Hace más de 2000 años, Jesús vino a vivir con nosotros para que este camino fuese accesible a todos.

Nos ha abierto el camino.

         No es un camino rutinario; es un recorrido, una aventura, una invitación... Jesús nos guía y nos revela que también es el camino de la justicia, del compartir, del perdón, de la verdad, de la ternura...

Para avanzar, hay que caminar...

(Un momento de silencio)

 

En la presencia de Dios decimos:

 

- De nuestras cegueras para descubrirte presente entre nosotros.

SEÑOR, TEN PIEDAD...

- De nuestras perezas para caminar contigo.

CRISTO, TEN PIEDAD...

- De nuestras excusas para alejarnos de Ti.

SEÑOR, TEN PIEDAD...

 

Oración colecta:

Señor, danos tu fuerza, que nos haga seguir adelante y nos impulse a la esperanza.

Ayúdanos a esperar y luchar, aunque no queden razones para ello.

Tiéndenos tu mano para comenzar siempre de nuevo y tener una razón para seguir luchando y amando.

Que tu venida haga realidad nuestra esperanza. Amén.

 

Escuchamos la Palabra

+ Lectura del santo Evangelio según san Marcos, 1,1-8

 

         Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino.

         Una voz grita en el desierto: Preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos.

         Juan bautizaba en el desierto: predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.

         Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: - Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias.

Yo os bautizo con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.

Palabra del Señor

 

Comentario:  

         "Hoy abrimos dos libros inspirados. El libro de la Consolación y el evangelio de Marcos.

Lo primero eso: hablar al corazón, decir palabras de consuelo, anunciar las mejores noticias, levantar el ánimo decaído. Lo primero es abrir caminos de libertad, asegurar que no haya bache que no pueda llenarse ni montaña que no pueda ser rebajada; saber que las curvas se pueden enderezar y que de cualquier laberinto se puede salir. Lo primero es encender la esperanza; anunciar claramente que Dios no nos ha abandonado, que nunca se puede olvidar de nosotros. Lo primero es proclamar gozosamente que Dios mismo ha venido a salvarnos y se ha quedado con nosotros; que el hijo de Dios ha pisado esta tierra para convertirla en un cielo...

 

         Lo primero, la misericordia, porque la gran revelación de Jesús empieza por ahí, que Dios es Padre, que Dios ama al hombre compasivamente, que Él ha venido a salvar, no para condenar. Ya teníamos cierta idea de esta imagen de Dios por los profetas; pero en Jesús esta imagen se hace viva y resplandeciente.

         Lo primero la misericordia. El pueblo de Dios pasaba por una situación desesperada. Lo habían perdido todo y sufrían un destierro cruel. Se multiplicaban las heridas, las humillaciones... pues a este pueblo hay que levantarlo y curarlo.

La gente esperaba un Mesías... Todos suplicaban una intervención de Dios... Y esta vez será el mismo Dios el que se hará presente.

Enviará un mensajero que prepare sus caminos, pero no con actuaciones político-militares, sino apelando a las actitudes del corazón... Y Dios vendrá.

Y lo primero la misericordia. Empieza a proclamar la “buena noticia de Dios”. Siempre buenas noticias y mensajes de bienaventuranza. Y afirmará que todos esos sueños de paz y de justicia se van a realizar. Y dirá que Él viene para eso: “anunciar a los pobres la Buena Noticia, proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos y proclamar el año de gracia del Señor”. Es decir, la misericordia y la gracia.

La misericordia siempre lo primero. Ya sé que la Iglesia tiene muchas cosas que enseñar y predicar. Ya sé que es muy importante la evangelización, la catequesis, la enseñanza de la religión y la teología. Ya sé que la Iglesia tiene que orar, celebrar sacramentos, vivir la liturgia, proclamar las grandezas de Dios. Nadie lo discute. Pero lo primero la misericordia. La misión determinante de la Iglesia es ser testigo en el mundo de la misericordia de Dios. Lo que realmente funda a la Iglesia no es la doctrina o la oración, sino el amor. La Iglesia, antes que nada, tiene que volcarse sobre los que encuentra tumbados en el camino, tiene que liberar a los que siguen padeciendo opresión o marginación; tiene que ofrecer, a todos los que sufren su ternura y sus medicinas consoladoras.

Hemos suplicado en el salmo: “Muéstranos, Señor, tu misericordia”, y el Señor nos la ha mostrado en Jesucristo. A Jesús se le conmovían fácilmente las entrañas: ante el enfermo, ante el hambriento, ante el pecador, ante todo el que sufría.

Y ahora muéstranos, Señor, tu misericordia en la Iglesia. Que a través de la Iglesia se manifieste al mundo tu misericordia, a tantos pobres y dolientes que la necesitan. Es lo que más se necesita hoy.

Y que seamos “misericordia” los unos para los otros; que unos a otros nos revelemos tu misericordia; que nos ofrezcamos unos a otros los gestos de misericordia: la comprensión, el perdón, el cariño, la ayuda, la fuerza y la alegría...

Que sembremos la tierra de misericordia.

La enfermedad que padece el mundo, la enfermedad principal del hombre, no es la pobreza o la guerra, sino la falta de amor, la esclerosis del corazón.

Nuestro mundo chirría porque somos más rivales que hermanos, más egoístas que solidarios, más injustos que compasivos.

Sembremos la tierra de misericordia para que tu misericordia, Señor, florezca por todos los rincones del mundo".

Es el momento de hacer silencio, meditar.........

 

      Oremos y Pidamos al Señor por intercesión de nuestra madre la Virgen de la Cabeza.

 

-Por todos los que creemos en Jesús y le seguimos, para que aprendamos a dar valor a las mismas cosas que Él valoraba, aunque sean muy distintas a las cosas que se valoran a nuestro alrededor.

ROGUEMOS AL SEÑOR...

 

-Por todos los niños que sufren en el mundo, para que esperen la venida de Jesús como la de un amigo que viene a consolarles.

ROGUEMOS AL SEÑOR...

 

-Por todos los que estamos participando en esta Eucaristía, para que, como Juan Bautista, preparemos el camino al Señor que viene, enderezando lo que está torcido y allanando lo que está desigual.

ROGUEMOS AL SEÑOR...

 

Acoge, Señor, nuestras peticiones, para que sepamos prepararte el camino, reconociendo lo pequeños que somos, y lo que te necesitamos. Amén.

 

Damos Gracias

 

Contigo, Señor, busco un camino.

Mis ojos se posan en mis manos:

¿manos cerradas o abiertas?

¿Manos que retienen o manos que dan?

¿Manos que rechazan, que arrancan,

que hieren, que estropean...

o manos de servicio, de ternura,

de compartir, de perdón?

 

Contigo, Señor, busco un camino

y contemplo tus manos:

manos que trabajan, que acogen,

que alivian, que perdonan,

que rezan.

Señor, ¡échanos una mano!

¡Feliz semana! 

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