PALABRA DE VIDA

INMACULADA CONCEPCIÓN

8 de Diciembre, 2017

 "MARIA, LLENA DE GRACIA"

Ambientación

     Una de las figuras que aporta más ternura, más ilusión y más esperanza a nuestra espera es, sin duda, la de María, la Virgen.

         Al contemplar a María, dentro del misterio de la Encarnación, se nos esponja el corazón al ver cómo Dios tiene con nosotros unos detalles de amor que nos deja confundidos.

         Ha querido fijarse en una mujer, para hacerse realidad en el mundo.     NO se ha querido quedar sin comprobar la ternura y la dulzura de una buena madre.

         Y María nos enseña que, cuando se tiene limpio el corazón y sin ataduras, Dios tiene cabida en ese corazón.

         También nos enseña a estar disponibles a los designios amorosos de Dios, a responder que sí, y mucho más que esto: a estar en una actitud constante de disponibilidad, de entrega.

         Al celebrar con gozo la fiesta de la Inmaculada, pongámonos en actitud de aceptar a Dios en nosotros y decirle siempre que SI.

     (Un momento de silencio)

 

En la presencia de Dios decimos:

- Tú, que miraste la humildad de María:

Señor, ten piedad...

- Tú, semejante en todo a nosotros, menos en el pecado:

Cristo, ten piedad...

- Tú, que habitas en nosotros:

Señor, ten piedad...

Oración:

     Te felicitamos hoy, Padre, porque llenaste a María de Dios. Enséñanos a estar siempre receptivos a tu gracia para que podamos llenarnos de Ti.

Ella es un signo de tu misericordia, que te entregó su corazón.

Por medio de ella, Padre, enséñanos a decir “Si” y a confiar siempre en Ti. Amén.

 

Escuchamos la Palabra

Salmo: 97.

R.: Cantad al Señor un Cantico Nuevo.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/

2El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
3se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/

Los confines de la tierra han contemplado 
la victoria de nuestro Dios.
4Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad: R/

Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas, 1,26-38

 

         En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.

El ángel, entrando a su presencia, dijo: - Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.

Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo era aquél.

El ángel le dijo: - No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Y María dijo al ángel: - ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?

El ángel le contestó: - El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.

María contestó: - Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. Y el ángel se retiró.

Palabra del Señor

Comentario:

           "En este día celebramos a la Virgen María como una mujer limpia de todo pecado y llena de gracia. Es como abrir nuestros ojos a una humanidad nueva. Porque el Señor hacía maravillas en ella, todas las generaciones la proclamarían dichosa. Allí estaba esa mujer asombrosa. Pero de esa mujer pobre y sencilla arrancaría un tiempo nuevo para la historia del mundo. Ella era la llave de ese tiempo nuevo. Cuando Dios se lo anuncia, ella contesta: “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. No se trataba de que aparecería un caudillo o un general o un imperio poderoso. Ese tiempo nuevo comenzaría con el nacimiento de sus entrañas de un Niño pobre. Pero ese Niño pobre estaba llamado a cambiar los caminos de los hombres.

Sabemos que Jesús recorrió pueblos y ciudades de Israel enseñando a los hombres un mensaje nuevo y hermoso: nos enseñó a sentirnos hijos de Dios, a ser hermanos, a perdonarnos, a compartir nuestras cosas con alegría, a ser sencillos, serviciales, personas de buen corazón. Pero estas cosas tan bonitas, ya entonces, no fueron bien aceptadas por todos. Hubo gente que prefirió su vida vieja y siguieron practicando el egoísmo, la insolidaridad, la violencia, la rapiña. Jesús, el fruto bendito de una mujer maravillosa, cayó víctima de los que no quisieron cambios ni valores hermosos para su vida.

Pero aquella enseñanza de algo nuevo cayó sobre el mundo como una semilla. Es verdad que mucha semilla se perdió, pero otra sigue produciendo sus frutos hermosos. Por eso nos podemos encontrar con que, mientras unas personas trabajan por la paz, por los pobres, por hacer un mundo más humano y más justo, otros siguen con sus planes de hombres viejos. Al echar una mirada al milenio que terminó, podemos encontrarnos con cosas hermosas, pero también podemos encontrarnos con guerras, injusticias, violencia, hambre, racismo, dictaduras y un cúmulo inmenso de despropósitos que han amargado la vida a muchos millones de seres humanos. Es el mundo viejo y sucio que ha salido de nuestras manos.

Cada uno de nosotros estamos en alguno de estos bandos. Para bien o para mal, todos hemos puesto nuestro grano de arena. Podemos llevar en el corazón egoísmo, envidia, odio, rencores. Con estas cosas estamos ensuciando el mundo. Pero también podemos poner respeto, cariño, solidaridad, servicio y valores evangélicos que harán más bonita la vida de todos.

Cuando nos acercamos a la Navidad podemos recordar a la Virgen María como la mujer llena de gracia, preparándose para dar la Luz nueva para el mundo en su Hijo Jesús. Podemos imaginar cuántas esperanzas pondría en su Hijo, cuántas ilusiones se haría sobre las cosas que su Hijo habría de arreglar en aquel mundo viejo. Se abría para los seres humanos un horizonte nuevo y hermoso.

A esa mujer que fue bendita de Dios, los cristianos le tenemos un cariño especial y la hemos proclamado nuestra madre. En ella encontramos ánimos para ser sencillos y humildes, personas de buen corazón, capaces de ponernos dócilmente en las manos de Dios para lo que Él nos pida. En ella encontramos la llamada de Dios a vivir nuestra fe con alegría, a fiarnos de Dios y a disfrutar del amor de Dios, que nunca nos deja solos".

Es el momento de hacer silencio, meditar.........

 

         Oremos y Pidamos al Señor por intercesión de nuestra madre la Virgen de la Cabeza.

 

Todos: María, intercede por nosotros ante el Padre.

 

- María, Madre del corazón lleno de Dios, danos tu misma apertura al Padre, para dejar que Dios entre en nuestro corazón. Danos tu confianza para fiarnos de Dios y dejar nuestra vida en sus manos. Oremos...

 

- María, Madre de los oídos bien abiertos, abre los oídos de nuestro corazón a la Palabra de Dios que nos habla en las necesidades de los que nos rodean. Oremos...

 

- María, Madre de la entrega a Dios, enséñanos a darnos con generosidad al Señor, que está presente en los más pequeños a los que debemos amar con nuestra ayuda. Oremos...

 

- María, Madre atenta de Caná, danos tu misma solicitud y preocupación para estar pendientes de los que no tienen el vino de la alegría, de la esperanza y del amor y poder saciarles de esa felicidad que solo da el vino bueno de tu Hijo Jesús.  Oremos...

 

- María, Madre del “haced lo que Él os diga”, ayúdanos a decir “Si” a Dios, un sí generoso y total como el tuyo a la llamada que tu Hijo nos haga a cada uno. Oremos...

 

Damos Gracias

 

     Madre, eres espejo de la Esperanza,

y por eso te invocamos al acercarnos a la Navidad.

Enséñanos a saber esperar, como esperaste tú.

Esperaste con ilusión y cariño el Nacimiento de tu Hijo.

Esperaste con dolor al pie de la Cruz,

y recibiste con alegría a Jesús Resucitado.

Tú sabes de dolores y alegrías,

tú sabes de esperanzas cumplidas,

enséñanos a esperar:

como una madre espera a su hijo,

como el enfermo espera recuperar la salud,

como esperan el pan los hambrientos,

como esperan los pobres que se haga justicia,

como todos esperamos la paz y la libertad.

Madre de la Esperanza,

enséñanos a esperar,

a saber confiar y colaborar. Amén.

¡Buena Semana!

 

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