Agradecemos al Coro de la  Virgen de la Cabeza de Montoro, y al coro de la Cofradía Cristo de la Salud de Alcalá la Real, su participación en el Quinto y Sexto día de la Novena a la Virgen de la Cabeza en esta Basílica, por su excelente actuación. Gracias. Que la Virgen les proteja.

 

PALABRA DE VIDA

DOMINGO DECIMOOCTAVO, Tiempo Ordinario (ciclo A)

LA TRANSFIGURACION DEL SEÑOR

Santuario, 06, AGOSTO, 2017.-

SÉPTIMO día de Novena a la Virgen de la Cabeza en su Basílica del Cerro del Cabezo

           

«Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo»

Ambientación

         Nos ponemos en la presencia de Dios, para profundizar en su palabra de vida, hacemos Silencio....

Celebramos hoy la fiesta de la Transfiguración del Señor; aquel momento en el que, en la montaña, ante Pedro, Santiago y Juan, se mostró lleno de la gloria de Dios; manifestando así con toda grandeza que el camino de la pasión y la muerte que iba a emprender es el único camino capaz de dar vida.

      Iniciemos pues, con alegría, esta celebración, invocando al Señor de la gloria, que nos salva de nuestra oscuridad y de nuestro pecado.

(Un momento de silencio)

 

En la presencia de Dios decimos:

 

         Al comenzar la celebración nos acercamos a Dios y vemos faltas y pecados en nuestras vidas. Por eso pedimos perdón:

 

* Somos egoístas, nos acercamos a comer el pan de la Comunión, pero no sabemos repartir el nuestro. SEÑOR, TEN PIEDAD...

* Celebramos el Sacrificio del Amor, pero nos olvidamos de amar a los demás, sobre todo a los más necesitados. CRISTO, TEN PIEDAD...

* Proclamamos y llamamos milagro al desarrollo económico de la sociedad, pero nos olvidamos de que en el reparto no participan todos. SEÑOR, TEN PIEDAD...

 

Oración.

"Señor,

Tú diste de comer a los hambrientos

porque eres bueno, como el pan amasado en la tierra,

como el pan con sabor humano.

También nosotros

queremos ser para los demás

pan de cariño y convivencia,

pan que compartimos con los otros,

pan que alimenta y ayuda a los demás.

Ayúdanos a conseguirlo".  Amén.

 

Leemos la Palabra, para que nos ilumine y nos afiance en la fe de Jesús:

+ Lectura del santo evangelio según san Mateo, 17, 1-9:

 

         En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta.

Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.

Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:

—«Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».

Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía:

—«Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo».

Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.

Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:

—«Levantaos, no temáis».

Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.

Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:

—«No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».

Palabra del Señor.

 

Comentario

              "En ti Señor, encontramos el verdadero sentido de nuestra vida, tú eres la clase de nuestra historia, tú eres la palabra por la cual Dios creó las cosas y en las cuales Dios redimirá el mundo esclavizado. Hay una palabra, en la liturgia de la palabra de hoy, que nos da la clave para entender este misterio de Cristo. Clave de la historia y de la naturaleza y de nuestras esperanzas, la palabra es ésta: El Hijo del Hombre.

 

         Cuando terminaba la visión, Cristo les dice a los apóstoles: "No digáis nada de lo que habéis visto, hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos". Y la primera lectura nos da la explicación de esa palabra misteriosa. Al comentar hoy esta palabra de Dios en la fiesta más bella de nuestra patria, yo encuentro hermanos en el Hijo del Hombre y en el esplendor de su gloria, la luz que ilumina al pueblo peregrinante en la tierra; y escuchamos entonces, con toda la lógica de un Dios que conoce mejor que nosotros, quién es ese transfigurado. El imperativo que debe de llevarse cada uno de nosotros como un mensaje de la transfiguración: A Él hay que escuchar.

 

         Lo primero lo que yo quiero explicarles es el significado de ese Hijo del Hombre en la plenitud de su gloria. Es una palabra, y precisamente la lectura de Daniel que se ha proclamado hoy nos dice que de allí la tomó Cristo para llamarse a sí mismo muchas veces en el Evangelio: El Hijo del Hombre. En primer lugar es un sentido individual, no tendría nada extraño llamar en hebreo Ven Adans, hijo de la humanidad, Hijo de Adán, hijo de la naturaleza humana; pero la Biblia -que además de este sentido que todo hombre puede llamarse así mismo hijo de la humanidad, hijo del hombre- le da un sentido de eminencia. Hijo del Hombre llama Dios al profeta que está hablando aquí. Hijo de Hombre es un hombre eminente, un hombre misteriosamente singular; y por eso lleva consigo también, un sentido colectivo que lo explica maravillosamente el profeta.

           Cristo anunció también que los que le sigan, se sentarán en las sillas de las tribus de Israel para juzgar a los habitantes de esas tribus y a todos los habitantes del mundo. El Hijo del Hombre entonces, tiene un sentido de colectividad, es Cristo cabeza, modelo ejemplar de toda una raza de redimidos. Es Cristo con su pueblo salvado. Y por eso, esta palabra Hijo del Hombre, ya sea en sentido individual como en sentido colectivo, tiene una profunda significación mesiánica. Cristo usa esa palabra cuando habla de su gloria; frente al tribunal de los sacerdotes anuncia que verán al Hijo del Hombre descender de entre las nubes con la majestad de Dios. Y otras veces dice: Verán al Hijo del Hombre humillado, como el siervo de Yahvéh, sobre el cual Dios deposita los pecados de la humanidad para redimir a ese pueblo. Es un pueblo humillado, es un pueblo glorificado que se identifica con esa cabeza: Cristo. Y que puede decir: Cristo, es el Hijo del Hombre, todo el cristianismo con El a la cabeza.

Esperanzas de redención y coronación de gloria, todo eso significa en esta mañana nuestro divino transfigurado. Cuando en la cumbre del Tabor se presenta también el Hijo del Hombre, nos está dando en el breve relámpago de aquella noche de oración: La esperanza, el anhelo de felicidad, de alegría, de salvación, que el pueblo lleva en su corazón".

Es el momento de hacer silencio, meditar.........

 

         Oremos y Pidamos al Señor por intercesión de nuestra madre la Virgen de la Cabeza.

 

1.- Para que Dios conceda a las Iglesias de Oriente y Occidente encontrar su gozo en el hecho de que la gloria del Señor resplandezca sobre ellas.

Roguemos al Señor.

 

2.- Para que surjan abundantes y santas vocaciones sacerdotales que nos enseñen a cumplir la voluntad de Dios y a amarnos unos a otros.

Roguemos al Señor.

 

3. - Para que Dios conceda a nuestros gobernantes trabajar con honestidad por la instauración de la paz, la justicia y el bien común.

Roguemos al Señor.

 

4.- Para que Dios fortalezca a los enfermos con la esperanza de que su condición humilde será transformada según el modelo de la condición gloriosa de Jesucristo.

Roguemos al Señor.

 

5.- Para que los que estamos reunidos en esta Eucaristía, al contemplar a Jesucristo glorioso, nos llenemos de su claridad y la llevemos a nuestros hermanos.

Roguemos al Señor.

 

Escucha nuestra oración, Dios todopoderoso y eterno, e ilumínanos con tu gracia para que vivamos siempre a la espera de la manifestación de Jesucristo, Amén.

 

Damos Gracias

         "En nuestras fiestas, nos juntamos alrededor de la mesa para comer y celebrarlo. En la Misa, nos acercamos a la Mesa de Jesús, a comer su Cuerpo. Lo que aquí celebramos, debemos llevarlo a la vida: "Aquí participamos juntos del Cuerpo de Jesús; en la tarea de cada día, debemos participar juntos de nuestra comida y ser solidarios en el trabajo.

 

         Señor, nos invitas a poner en común todo lo que tenemos.

Nos demuestras que compartiendo hay de todo y para todos.

Es así como nos enseñaste a vivir.

Es el secreto de tu reino y de tu Amor.

 

         Nos diste tu lección, Jesús, pero, además, necesitamos que nos cambies el corazón, que nos ayudes a desprendernos,

que nos duela la necesidad del hermano,

que adivinemos su carencia,

para que se produzca en nosotros un desapego radical.

Padre, ayúdanos a vivir el milagro de la fe. Que nuestra Madre la Virgen de la Cabeza, nos acompañe en nuestro proceso de Fe.

Despiértanos a la justicia y el Amor.

No nos dejes tranquilos. Empújanos".

¡Feliz Semana!

¡Disfrutad de las Vacaciones!

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