PALABRA DE VIDA
“Décimo segundo Domingo, Tiempo Ordinario (ciclo A)”
Santuario, 25, JUNIO, 2017
« No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma"
Ambientación
El Evangelio de hoy nos transmite un Mensaje un poco extraño y duro para nosotros: “ No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma ".
Nuestra sociedad piensa lo contrario.
Hay que temer al que nos puede quitar la vida. Sin embargo no se teme a los que quitan los valores humanos, como pueden ser la honradez, la amistad, el amor En esta Celebración vamos a intentar entender el sentido del Mensaje de Jesús, y sobre todo vamos a ponerlo en práctica.
Porque nuestra reunión, nuestra Celebración, no es sólo para rezar aquí sin miedo, sino para llevar a nuestra vida de cada día, sin miedo, lo que nos enseña Jesús aquí.
Pedimos perdón
Como siempre, nuestras vidas no se ajustan a las enseñanzas de Jesús, ni al ejemplo de su vida. Por eso al comenzar la celebración de hoy vamos a pedir perdón...
- Jesús dice: no temáis. Pero en las dificultades nos cuesta mucho asumir esa palabra. ¡Señor, ten piedad!
- Jesús nos manda confesarle ante los hombres, pero a veces nos falta el valor para hacerlo. ¡Cristo, ten piedad!
- Jesús nos asegura la protección de la providencia del Padre, pero a veces no nos fiamos de su amor: ¡Señor, ten piedad!
Oración:
Señor, Tú estás a nuestro lado, pero nos cuesta reconocerte.
Vives dentro de nosotros y de todos los hombres y mujeres.
Tienes rostro humano y eres bueno y cariñoso con nosotros.
Queremos aceptar esta realidad queremos vivirla cada día.
Queremos proclamar sin miedo tu Evangelio, queremos sobre todo, llevarlo a la vida de cada día. Amén
Un momento de silencio)
Escuchamos la Palabra, para que nos ilumine y afiance en la fe de Jesús:
+ Lectura del santo evangelio según san Mateo, 10,26-33
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse.
Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea.
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones.
Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo, también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.
Palabra del Señor.
Comentario
"Hacer partícipes a los demás de los bienes, es una exigencia obvia y primera del amor.
Si he dado con un médico capaz de aliviarme el reúma, de curarme la diabetes o remediar mi ceguera, no puedo menos de pasar la noticia a toda prisa y sobre todo a los amigos reumáticos, diabéticos o ciegos. Lo contrario sería una traición que no perdonaría.
Si ha habido un apagón en el camping y yo tuviera una provisión de velas y no repartiera la luz a los demás, sería un vecino despreciable al que no le importaría la suerte de los demás.
Si de verdad me siendo salvado por Jesús y callo mi fe y mi experiencia religiosa ante quienes la necesitan, no tengo perdón de Dios.
"Vosotros sois la luz del mundo".
La luz que no ilumina no es luz; y la fe que no se proclama tampoco es fe.
Paul Claudel, que tanto tiempo estuvo sumido en las tinieblas "por el silencio culpable de los cristianos que le rodeaban", interpelaba fogosamente: "¿ Qué habéis hecho de la Luz, hijos de la luz? Tenía toda la razón del mundo.
"Nosotros no podemos menos de contar lo que hemos visto y oído" decía Pedro.
Si entiendo mi vida cristiana, mi fe en Jesús, mi experiencia religiosa como la mejor forma de vivir la vida humana, como un tesoro, ¿cómo podría callármelo y dejar a los demás en la miseria? ¿Cómo podría decir que les quiero si no comparto con ellos la riqueza más grande de mi vida?
"Lo que escuchasteis al oído, pregonadlo desde la azotea"...Nos ha dicho el Evangelio de hoy...
San Agustín se deshacía en gratitud hacia Santa Mónica, su madre, porque decía él que había sido dos veces madre, cuando le engendró a la vida corporal y cuando le engendró a la vida de la fe...
Por desgracia, hoy esto ya no se da entre nosotros... Lo que abunda es la vergüenza de manifestar nuestro cristianismo o nuestra fe...
Hay padres que nunca hablan de esto con sus hijos, parejas en las que para nada se da un diálogo sobre la fe o las cuestiones religiosas...pensamos que estas cosas pertenecen al fuero interno de cada cual...
Hay un enorme "pudor" para tratar con los demás de estas cuestiones, y muchos la fe la viven como un asunto interno del cual no hay que hablar con los demás...
Recuerdo que una vez un amigo me contaba que, en una de esas largas esperas de los aeropuertos, decidió rezar el rosario. y su mujer le decía: "Pero pasa las cuentas con él en el bolsillo. Se van a reír de nosotros". Y mi amigo le respondió: "Si aquella parejita del sillón de enfrente no le da vergüenza besarse en público, ¿por qué me va a mí darla el rezar?
Si ha habido tiempos en los que en España casi contaba más el exhibicionismo religioso que la misma fe. No faltaban quienes convertían sus creencias en una cierta agresividad. Y se la metían hasta en la sopa a quienes no la tenían. Y hay que reconocer que parte de las increencias de hoy se deben a empachos de ayer.
Pero los creyentes hemos emigrado al hemisferio de la vergüenza. Yo supongo que esto es, parte de la vieja ley del péndulo y que esta moda de la vergüenza se nos pasará cuando nos demos cuenta de lo ridícula que es. Pero es, un signo bastante triste de nuestra colectiva cobardía.
No estoy diciendo que tenemos que volver al "orgullo exterior" de ser católicos, sino simplemente a serlo con espontaneidad y naturalidad. No se trata de que los cristianos nos convirtamos en hinchas futbolísticos que sólo saben hablar de su propio equipo, sino en gente a la que la fe nos salga por las obras. Teniendo en cuenta de que el cristiano ha ser un apóstol no un charlatán.
Esto es lo que Jesús nos invita a hacer cuando nos dice: "Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que os digo al oído pregonadlo desde la azotea... Y no tengáis miedo... Tenéis un Padre... Vosotros valéis mucho más que los gorriones que Él cuida"...
Es el momento de hacer silencio, meditar.........
Pidamos al Señor por intercesión de nuestra madre la Virgen de la Cabeza.
1. Para que esta comunidad dé testimonio de Cristo y no reniegue de él en la dificultad, roguemos al Señor.
2. Para que nos arriesguemos a experimentar a Dios en la oración y le busquemos como plenitud de nuestra 1. Para que sepamos superar nuestras impaciencias y nuestros temores, roguemos al Señor.
3. Para que, en medio de los peligros, sintamos que tú estás presente, acompañándonos y defendiéndonos, roguemos al Señor.
4. Para que descubramos que tú estás de parte de los hombres y que padeces con los que sufren, roguemos al Señor.
5. Para que los habitantes del primer mundo no rechacen a los inmigrantes y necesitados por miedo a perder privilegios y poderes, roguemos al Señor.
6. Para que la paz no sea fruto del miedo a la confrontación sino de la voluntad de entendimiento y de la práctica de la justicia, roguemos al Señor.
Gracias, Padre nuestro, porque nos escuchas en el día del peligro, porque no nos libras de la tentación pero nos ayudas a no caer en ella. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro
Damos Gracias
Tengo miedo a lo que me pueda ocurrir mañana, a que se me tuerzan los planes, porque no me termino de creer que Tú me tienes siempre, abrazado por delante y por detrás.
Tengo miedo a no llegar a todo, ni a todos los que me esperan y necesitan porque no me creo del todo que vivo la vida contigo y tu compañía dinamiza mi vida y mi tiempo.
Tengo miedo a no saber amar, a hacerlo mal, a no darme del todo y perder ocasiones de entrega, porque no creo de verdad que Tú tienes un gran proyecto para mí, y que Tú eres Amor y en ternura me conviertes, cuando me dejo llevar.
Tengo miedo a la enfermedad, al declive, a las quejas de mi cuerpo, porque sigo sin creerme que me tejiste en las entrañas de mi madre.
Tengo miedo a las pérdidas, a las despedidas, a los duelos, a las relaciones que terminan, porque tampoco creo de verdad que cuando estamos reunidos en tu nombre.
Tú andas en medio de nosotros.
Tengo miedo a la muerte, porque no la controlo, porque temo lo desconocido, el futuro... porque no termino de creerme que nos hiciste Señor para Ti y nuestro corazón no descansará hasta que te encuentre.
Tengo miedo a perderte, porque te olvido, porque olvido que Tú me has llamado a mí primero,
Tú me has elegido, mi vida entera está en tus manos...
Contigo, ya no tengo miedo...
¡Feliz Semana!