PALABRA DE VIDA

JUEVES SANTO

Moniciones de entrada:

         Celebramos en esta festividad del Jueves Santo, el Día del Amor Fraterno. ¿Qué mejor día que éste del Jueves Santo para recordar y vivir el Mandamiento del Amor? Lo importante en este día es sensibilizarnos acerca de las exigencias y compromisos del amor y concienciarnos, individual y colectivamente, de la necesidad de compartir. Pero hoy, además de ser el día del Amor Fraterno, es también el día del Amor de Cristo, que en una tarde como ésta nos amó hasta el fin. Su amor lo manifestó con palabras cariñosas, con gestos de entrega, con promesas asombrosas, con deseos admirables y todo ello expresado en su mandamiento: “Amaos unos a otros como yo os he amado”.

Canto:

 

Saludo del sacerdote:

En esta noche entrañable recordamos la noche en que Jesús se reunió con los íntimos para abrirles el corazón al calor de lo nuevo, a la aventura del amor que se hace entrega y servicio, a la presencia callada que siempre está solicitando y solicitada.

En esta noche no sólo recordamos, en esta noche, hacemos presente al Señor renovando los gestos y las palabras que Él hizo.

Es noche de intimidad, de recuerdo, de misterio.

Las palabras no lo pueden decir todo.

Las palabras se quedan pequeñas.

Necesitamos hacer gestos para acercarnos a lo esencial.

Que el Dios del Amor esté hoy con todos vosotros...

 

Acto penitencial:

Todos somos discípulos de Jesús y en cuanto tales todos somos destinatarios de sus palabras y ejemplos. Por eso empezamos dejándonos lavar como Pedro, o adelantándonos nosotros a pedir a Jesús que nos lave pies, cabeza y corazón.

  • Señor Jesús, Tú eres el sacerdote de la Nueva Alianza; Tú nos das la vida con tu muerte. SEÑOR, TEN PIEDAD.
  • Tú nos invitas a la cena, y en ella Tú nos das tu cuerpo y tu sangre en alimento. CRISTO, TEN PIEDAD...
  • Tú eres nuestro Señor y Maestro; Tú te haces servidor de todos. SEÑOR, TEN PIEDAD...

 

Gloria:

La celebración de una fiesta invita a cantar: cantar nuestra fe, cantar el perdón, el agradecimiento. Cantar a nuestro Dios. Vamos a cantar la alegría de sentir que Dios nos perdona y nos ama siempre...

Oración:

Hoy nosotros como Comunidad de creyentes en Jesús, nos unimos a todos los cristianos, a todas las personas buenas del mundo, para recordar el amor de Jesús.

Señor Jesús,

queremos que en nosotros

se encienda tu amor y tu bondad.

Vamos a querer a todos,

al pobre y al necesitado.

Vamos a acoger a todos,

a los abandonados y marginados.

Queremos seguir tus pasos

y aprender y contagiarnos algo de tu amor.

Ayúdanos a ser tus seguidores

y a convivir con amor y cariño

en nuestras familias y entre todos.

Te lo pedimos por JNS...

 

Escuchamos la Palabra de Dios

Lectura del Libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14.

 

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: 
Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Di a toda la asamblea de Israel: el diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo. 
Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. 
Lo guardaréis hasta el día catorce del mes y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido. 
Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, y comeréis panes sin fermentar y verduras amargas. 
Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la 
mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el Paso del Señor. 
Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor. 
La sangre será vuestra señal en las casas donde habitáis. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora, cuando yo hiera al país de Egipto. 
Este será un día memorable para vosotros y lo celebraréis como fiesta en honor del Señor, de generación en generación. Decretaréis que sea fiesta para siempre. 

Palabra de Dios

 

Salmo 115:

TODOS: El cáliz que bendecimos, es la comunión de la sangre de Cristo.

V/. El cáliz que bendecimos es la comunión de la sangre de Cristo. 
R/. El cáliz que bendecimos es la comunión de la sangre de Cristo. 
V/. ¿Cómo pagaré al Señor 
todo el bien que me ha hecho? 
Alzaré la copa de la salvación, 
invocando su nombre. 
R/. El cáliz que bendecimos es la comunión de la sangre de Cristo. 
V/. Mucho le cuesta al Señor 
la muerte de sus fieles. 
Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas. 
R/. El cáliz que bendecimos es la comunión de la sangre de Cristo. 
V/. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, 
invocando tu nombre, Señor. 
Cumpliré al Señor mis votos, 
en presencia de todo el pueblo. 
R/. El cáliz que bendecimos es la comunión de la sangre de Cristo. 

 

SEGUNDA LECTURA DE LA MISA

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 11, 23-26.

Hermanos: 
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: 
Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo: 
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.» 
Lo mismo hizo con la copa, después de cenar, diciendo: 
«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que bebáis, en memoria mía.» 
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis de la copa, proclamáis la 
muerte del Señor, hasta que vuelva. 

Palabra de Dios

 

Lectura del santo Evangelio según San Juan 13, 1-15.

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. 
         Estaban cenando (ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara) y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. 
Llegó a Simón Pedro y éste le dijo: 
—Señor, ¿lavarme los pies tú a mí? 
Jesús le replicó: 
—Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde. 
Pedro le dijo: 
—No me lavarás los pies jamás. 
Jesús le contestó: 
—Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo. 
Simón Pedro le dijo: 
—Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo: 
—Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él 
está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos. (Porque sabía quién 
lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.») 
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: 
—¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis «El Maestro» y «El Señor», y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, 
os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo  hagáis. 

Palabra del Señor

 

Homilías:

         Al lavar los pies a sus discípulos –gesto de humildad y de servicio- Jesús nos está diciendo y enseñando lo que debe ser y hacer un cristiano.

         Cristiano es: el que sirve a los demás; el que se despoja y da incluso de lo que él necesita; el que se pone a los pies del hermano, incluso del enemigo; el que ama, el que ayuda, el que escucha, el que comprende, el que perdona.

         La gran revelación de Jesús sobre Dios, es decir, lo más importante que Jesús nos dijo sobre Dios: no es que Dios existe, sino que nos ama; no es que Dios es Dios, sino que es nuestro Padre; no es que Dios es todopoderoso, sino que es misericordioso; No es que Dios es un Dios lejano, que está en el cielo, sino que es un Dios cercano, que está dentro de nosotros.

         Por eso, el mayor dolor de Dios es no poder amar a todos los hombres a quienes ama, porque no todos los hombres se dejan amar por Dios. Así como el mayor dolor de Cristo fue no poder amar a Judas, que dio la espalda al amor de Jesús.

Si el amor de Dios a los hombres es lo más importante del mensaje de Jesús, lo más consolador de nuestra fe, debe haber –por parte nuestra- una respuesta de amor a los demás.

         ¿Qué hacemos nosotros por los demás, especialmente por los más débiles, por los indefensos, por los más necesitados? ¿Rezar por ellos? ¿Compadecernos de ellos? ¿Echar la culpa a los poderosos, a los ricos? ¿Decir que tiene que ser así?

         ¿Qué hizo Cristo? Abrir su corazón y ayudar a los más necesitados; compartir las necesidades de los demás; defender a los más débiles; perdonar; servir.

         En este día de Jueves Santo, de tanto contenido y significado para los cristianos, renovemos nuestro deseo sincero de amarnos unos a otros como Jesús nos amó.

 

Oración de los fieles

         Hoy queremos, de una manera especial, sentirnos cerca de todos los hombres, especialmente de todos los que sufren. Hagámoslo, al menos, a través de la oración.

  • Por las personas que más sufren y están más necesitadas de amor, para que no se sientan solos. Roguemos al Señor.
  • Por los que viven en desamor y odio; por los que son violentos y egoístas, para que resuciten a una vida de amor. Roguemos al Señor.
  • Por las Iglesias separadas, para que progresen en el camino del amor. Roguemos al Señor.
  • Para que nosotros mismos nos amemos unos a otros como Cristo nos ha amado y seamos siempre testigos de su amor. Roguemos al Señor.

         Oremos: Gracias, Señor, porque nos has amado tanto y ayúdanos a amar como Tú nos amas.

 

Lavatorio de los pies:

 

Monición: De la misma manera que Jesús lo hizo a sus discípulos y siguiendo su mandato, el que preside nuestra celebración repetirá el gesto de lavar los pies. Que este signo nos ayude a vivir como Jesús, no buscando ser servidos, sino el servir a los demás con la máxima diligencia.

(El sacerdote lava los pies a distintos miembros de la comunidad: Un niño, un joven, un matrimonio, un abuelo...

Y quedará una silla vacía, en señal de los que no vienen y a los que hay que servir y atender....)

 

Niños: representan a nuestros niños. Ellos son el futuro y han de constituir una de las preocupaciones más importantes de toda familia y de la Parroquia.

Que crezcan sanos en un clima de cariño y de acogida y que nadie les estropee.

Hemos de preocuparnos de su formación humana, sí; pero, no sólo es importante que saquen buenas notas en Inglés o en Matemáticas... Es, también, importante que sean generosos, solidarios, que sean sinceros... Y es muy importante, que junto con todo ello, vayan conociendo a aquel que puede enseñarles todo eso como nadie puede hacerlo: Jesús de Nazaret.

 

Jóvenes: representan a la juventud de nuestro pueblo o parroquia. A veces da la sensación de que lo único que deseáis es vivir vuestra propia vida. Estáis en una etapa delicada de vuestra vida, pero muy hermosa. No exenta de búsquedas, de incertidumbres, de dudas...

Cuánto bien nos ha hecho a todos tener en esos momentos, un amigo que sin imposiciones y respetando nuestra libertad, nos haya ayudado a saber por dónde tirar. Vuestras familias y vuestra Familia Cristiana (La Parroquia) quieren ser para vosotros ese amigo.

Pero al mismo tiempo, evitad la tentación de preocuparos sólo de vuestras cosas, os necesitamos... No sois muchos los que vivís vuestra pertenencia a esta comunidad parroquial, a los que venís os digo: No abandonéis a Jesús porque en la Iglesia o en la Parroquia, hay muchas cosas que no os gustan. A mí me pasa lo mismo, hay muchas cosas que no me gustan... No nos limitemos a condenar... Venid y vayamos cambiándola entre todos...

 

Matrimonio: Simbolizan a todas las familias de nuestro pueblo o parroquia... No hay que subrayar mucho las necesidades que hay en el seno de nuestras familias: el amor apagado con el paso de los años... y que se limita a un “ir tirando”... Pero con el amor sucede como con las brasas de un fuego, basta soplar un poco para que vuelva a revivir...

Las dificultades de los hijos: su educación, su futuro, las escasas posibilidades de trabajo... Si no nos ha salido alguno “torcido”...

La familia y sus dificultades han de estar siempre presentes en las preocupaciones de la comunidad parroquial.

 

Abuelos: Representan a todos los mayores de nuestra parroquia.

Os ha tocado vivir en una sociedad que parece que quiere arrinconaros... porque no producís, porque sois un estorbo.

Me avergüenzo de una sociedad que olvida lo que habéis hecho por nosotros durante tanto tiempo, cuando estabais en edad de producir.

En esta tarde, al lavaros los pies, queremos refrescar esa memoria agradecida y deciros que ocupáis un lugar importante en el corazón de esta Parroquia. Y al mismo tiempo deciros que os seguimos necesitando: necesitamos vuestros consejos, vuestra presencia, vuestra paz, vuestra sabiduría y vuestra oración....

 

Silla vacía....

 

Liturgia Eucarística:

Monición:

 

Hemos escuchado la Palabra y pasamos ahora a la mesa que une a cuantos tienen algo en común o al menos quieren tenerlo. La mesa a la que nos invita Jesús. Vamos a prepararla entre todos. Hoy es fiesta, y juntos podemos, en torno a ella, pedir, dar gracias, compartir el pan y el vino... en definitiva: sentirnos amigos de Jesús, encontrarnos con Él y dejar que su amistad nos cambie...

 

(Se presentan los dones...)

 

Pan: Mira, Señor, traemos este pan. Es el símbolo de nuestra alimentación más básica y del hambre, por su carencia, que sufren millones de personas en este mundo. Pero es también el símbolo de tu Eucaristía, el de tu Cuerpo entregado por nosotros.

Danos hoy, Señor, la fuerza de tu Cuerpo para empeñarnos en la realización de los compromisos de amor y de justicia que nacen de la actualización de la Eucaristía.

 

Vino: Traemos, también, Señor, el vino. Calma la sed de los hombres y alegra, cuando es consumido con medida, nuestro corazón, acercándonos unos a otros en la felicidad de la fiesta. Es también el signo de la Sangre que vertió tu Hijo por nosotros en su pasión y en la Cruz.

Con ella queremos expresar que es posible un mundo distinto, fruto del amor y de la justicia, donde no quepa la explotación de unos por otros, ni las desigualdades ni las injusticias.

 

Colecta: Señor, aquí tienes el fruto de nuestra solidaridad, de nuestra Cuaresma, que quiere ser alivio de las necesidades de los más pobres. No pasa de ser un gesto y, a lo mejor, no es parte de lo que necesitamos, sino de lo que nos sobra. Trabaja sin descanso, Señor, nuestros corazones, para que crezca en ellos nuestra sensibilidad a favor de los más pequeños y necesitados.

 

(Entre todos los representantes de la parroquia preparan la mesa del altar...)

 

Oración sobre las ofrendas:

 

Como los discípulos en la tarde del Domingo de Pascua, te decimos:

“Quédate con nosotros, Señor, porque va llegando la noche y está declinando el día...”

Quédate con nosotros para disipar nuestras dudas, calmar nuestros temores y mostrarnos el camino.

Quédate con nosotros para consolarnos en nuestras tristezas, apoyarnos en nuestra debilidades y santificarnos con tu Espíritu.

Te lo pedimos por JNS...

 

Plegaria Eucarística:

Monición:

 

En la Eucaristía recordamos la entrega de nuestro amigo Jesús, que quiso así conseguir que los hombres viviéramos unidos, reconciliados. Ese proyecto de Jesús sigue todavía en pie. Jesús nos pide ahora que cada uno confirme lo que Él ha hecho por nosotros. Por ello es normal que nosotros sintamos necesidad de darle gracias... Es lo que vamos a hacer en esta Plegaria que ahora dirigimos al Padre...

 

Oración de acción de gracias:

 

Sentarse a la misma mesa es de amigos, Jesús.

Tú te sentaste a la mesa con los tuyos.

Y les dijiste que se amasen como Tú a ellos,

que se ayudasen unos a otros.

Aquella noche compartiste con ellos el pan y el vino

e hiciste de este gesto un sacramento.

Eras feliz con tus amigos, Jesús.

Nosotros también somos de los tuyos

y estamos felices por celebrar los gestos de tu amor.

Gracias, Jesús, por enseñarnos tantas cosas

y por compartir tu cuerpo y sangre con nosotros.

 

Traslado al monumento:

 

La celebración llega a su fin. Pero esto no significa que todo acaba aquí. Jesús no se va, se queda entre nosotros para siempre.

En este día de Jueves Santo, le hemos preparado un lugar especial, distinto al de todos los días. Este pequeño monumento.

También es un día especial para hacerle un rato de compañía y abrirle nuestro corazón. Él lo ha hecho ya en este Cena con nosotros

 

Oración final:

 

Hemos sentido sed,

hemos experimentado el hambre

y hemos pedido comida.

Nunca hubiéramos soñado

tener a un Dios como alimento

en la sencillez y fragilidad

del pan y del vino cotidiano.

Nosotros te pedimos pan

y Tú, Señor, te das entero.

No sabemos si asombrarnos

o escapar de tu presencia

desconcertados y sin palabras.

 

En esta noche

nosotros reconocemos

que el amor hace cosas imposibles.

Tú eres un Dios

que te derrochas a favor del hombre.

Comiendo este pan, nos unimos a Ti,

como el sarmiento lo está con la cepa.

Y Tú nos quieres así a nosotros,

que tendemos siempre a escapar de tu presencia.

Tú, en esta noche nos invitas

a vivir alimentándonos de Ti,

a nosotros que pensamos

que nos basta el pan que hacemos nosotros

o la comida que nosotros preparamos.

Tú, en esta noche,

te haces alimento del hombre

y descubres así

que tenemos un hambre profunda

que sólo se sacia

con el pan que Tú nos das.

 

Hoy Tú nos descubres samaritanos.

En esta noche, Padre,

tu Hijo se hace tan nuestro

que es un hermano mayor.

En esta noche, Padre,

tu Hijo se hace tan Hijo

que acepta el cáliz que le presentas.

En esta noche, Padre,

todo es diferente,

porque el amor se hace creativo.

En esta noche, Padre,

todo es misterio de entrega.

 

PALABRA DE VIDA

VIERNES SANTO

En la Cruz está la vida

 

RITOS INICIALES

Monición:

Es una tarde especial: tarde de Viernes Santo. Vamos a celebrar que un día los hombres tuvimos la osadía de matar –así de sencillo- a Dios. Nosotros no estábamos allí. Pero nosotros también participamos de alguna manera en aquella muerte...

Y lo seguimos haciendo cada vez que “tiramos piedras”..., que vamos plantando cruces o haciendo crucificados o haciendo la vida más dura a los demás por nuestros pecados: miedos, cobardías, egoísmos...

No es que Jesús quiera sufrir y morir. Es que su estilo de vida, “pasó por la vida haciendo el bien”...; no le puede llevar por otro camino, porque su amor a los pobres y oprimidos denuncia situaciones de injusticia y opresión y muchos “poderosos”, no pueden aguantar su denuncia...

Sin embargo la cruz de Jesús es un símbolo de esperanza para el cristiano, porque Jesús no se quedó en la Cruz, en la muerte, sino que pasó a la gloria y a la alegría de Resurrección.

En la Cruz de Jesús, se ilumina nuestra vida y descubrimos el sentido de las cruces que cada día aparecen en nuestro camino.

Mirad cómo el altar está desnudo, sin adornos y sin mantel. La familia cristiana vive una jornada de luto. El sacerdote preside nuestra celebración de duelo. Unámonos todos en la oración...

 

(En silencio se emprende la marcha hacia el altar....Y llegados al lugar, el Presidente dice:)

Saludo del sacerdote:

 

En la celebración de hoy, Jesús, elevado en la Cruz, es el centro de nuestra atención. Vamos a expresar con el silencio nuestra incapacidad para entender que la vida que buscamos tiene que pasar necesariamente por la Cruz. Nos ponemos todos de rodillas, en un gesto de penitencia y de confesión: uno se queda anonadado ante el acontecimiento de un Dios colgado en la Cruz. Es la obra de los hombres. La obra de Dios es bien distinta: se deja colgar por amor. Es el extremo del amor que llega a dar la vida por los suyos y muere perdonando a los que le insultaban y mataban.

Todo lo de Dios nos deja anonadados y nos quedamos sin palabras; sólo sabemos callar y puestos de rodillas confesar la grandeza y la misericordia de Dios.

(Un largo momento de silencio, todos arrodillados...)

 

Oración

 

Míranos, Señor, en tierra.

No tenemos otra manera para expresarte

el reconocimiento de cuanto haces por nosotros.

La tierra que un día cogiste en tus manos

para formarnos hombre y mujer

hoy se ha erguido contra ti

y te ha alzado en lo alto de una cruz

hasta verte muerto.

Reconocemos la obra de nuestras manos

y confesamos nuestro pecado.

Pero sobre todo, Señor,

reconocemos y confesamos que eres Dios

de entrañas de misericordia,

de entrañas de ternura,

de entrañas de perdón.

Tu amor es más grande que nuestro pecado.

Tu amor es más grande que nuestras obras.

Tu amor nos vence.

¿Cómo seguir de pie en tu presencia?

¿Cómo asomarnos a tu mirada?

¿Cómo no escapar huyendo

hasta un rincón donde no nos puedas ver?

Pero si vamos al fondo del mar: allí estás tú.

Y si subimos a la cima más alta: allí estás tú.

Y si buscamos el escondite más recóndito: allí estás tú.

Por eso, Señor, no huiremos de tu presencia.

No emigraremos de nuestra tierra.

Aquí estamos, delante de ti,

postrados ante ti

porque sabemos que podemos mirarte,

porque sabemos que tus palabras son hoy súplica

a favor nuestro:

“Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen”

Ante ti,

en tu presencia,

queremos celebrar el misterio santo y profundo

de la Pasión y Muerte

de Jesucristo nuestro Señor.

A Él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

 

Escuchamos la Palabra

Lectura del profeta Isaías, 52,13-53,12

 

Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano; así asombrará a muchos pueblos: ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito.

¿Quién creyó nuestro anuncio? ¿A quién se reveló el brazo del Señor?

Creció en su presencia como un brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado por los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros; despreciado y desestimado. El soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable vino sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada cual siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como un cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron. ¿Quién meditó en su destino?

Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malhechores; porque murió con los malvados, aunque no había cometido crímenes, ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento. Cuando entregue su vida como expiación, verá su descendencia, prolongará sus años; lo que el Señor quiere prosperará por sus manos. A causa de los trabajos de su alma, verá y se hartará; con lo aprendido, mi Siervo justificará a muchos, cargando con los crímenes de ellos.

Por eso le daré una parte entre los grandes, con los poderosos tendrá parte en los despojos; porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, y él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.

Palabra de Dios

 

Salmo responsorial: 30.-

Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R.

Soy la burla de todos mis enemigos,
la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos;
me ven por la calle, y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un cachorro inútil. R.

Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: «Tú eres mi Dios».
En tu mano están mis azares;
líbrame de los enemigos que me persiguen. R.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
Sed fuertes y valientes de corazón,
los que esperáis en el Señor. R.

Lectura de la carta a los Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9

Hermanos:

Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios.

No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado con todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.

Palabra de Dios.

 

Lectura de la Pasión de Nuestros Señor Jesucristo según San Juan, 18,1 - 19,42

 

C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:

—«¿A quién buscáis?».

C. —Le contestaron:

S. —«A Jesús, el Nazareno».

C. Les dijo Jesús:

J. —«Yo soy».

C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:

J. —«¿A quién buscáis?».

C. Ellos dijeron:

S. —«A Jesús, el Nazareno».

C. Jesús contestó:

J. —«Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos».

C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste». Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:

J. —«Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?».

Llevaron a Jesús primero a Anás

C. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo».

Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro:

S. —«¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?».

C. Él dijo:

S. —«No lo soy».

C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.

El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contesto:

J. —«Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo».

C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:

S. —«¿Así contestas al sumo sacerdote?».

C. Jesús respondió:

J. —«Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?».

C. Entonces Anás lo envió atado a C¿No eres tú también de sus discípulos? No lo soy

C. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:

S.— «¿No eres tú también de sus discípulos?».

C. Él lo negó, diciendo:

S.— «No lo soy».

C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:

S.— «¿No te he visto yo con él en el huerto?».

C. Pedro volvió a negar, y enseguida canto un gallo.

Mi reino no es de este mundo

C. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, a donde estaban ellos, y dijo:

S. —«¿Qué acusación presentáis contra este hombre?».

C. Le contestaron:

S. —«Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos».

C. Pilato les dijo:

S. —«Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley».

C. Los judíos le dijeron:

S. —«No estamos autorizados para dar muerte a nadie».

C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:

S. —«¿Eres tú el rey de los judíos?».

C. Jesús le contestó:

J. —«¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?».

C. Pilato replicó:

S. —«¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».

C. Jesús le contestó:

J. —«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».

C. Pilato le dijo:

S.— «Conque, ¿tú eres rey?».

C. Jesús le contestó:

J. —«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».

C. Pilato le dijo:

S. —«Y, ¿qué es la verdad?».

C. Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo:

S. —«Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?».

C. Volvieron a gritar:

S. —«A ése no, a Barrabás».

C. El tal Barrabás era un bandido.

¡Salve, rey de los judíos!

C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los saldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:

S.— «¡Salve, rey de los judíos!».

C. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:

S. —«Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa».

C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:

S. —«Aquí lo tenéis».

C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:

S. —«¡Crucifícalo, crucifícalo!».

C. Pilato les dijo:

S. —«Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él».

C. Los judíos le contestaron:

S. —«Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios».

C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:

S. —«¿De dónde eres tú?».

C. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo:

S. —«¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para 

crucificarte?».

C. Jesús le contestó:

J. —«No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor».

¡Fuera, fuera; crucifícalo!

C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:

S. —«Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César».

C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:

S. —«Aquí tenéis a vuestro rey».

C. Ellos gritaron:

S. —«¡Fuera, fuera; crucifícalo!».

C. Pilato les dijo:

S. —«¿A vuestro rey voy a crucificar?».

C. Contestaron los sumos sacerdotes:

S. —«No tenemos más rey que al César».

C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

Lo crucificaron, y con él a otros dos

C. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos».

Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego.

Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:

S. —«No escribas: "El rey de los judíos", sino: "Éste ha dicho: Soy el rey de los judíos"».

C. Pilato les contestó:

S. —«Lo escrito, escrito está».

Se repartieron mis ropas

C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba a abajo. Y se dijeron:

S. —«No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca».

C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto hicieron los soldados.

Ahí tienes a tu hijo. - Ahí tienes a tu madre

C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:

J. —«Mujer, ahí tienes a tu hijo».

C. Luego, dijo al discípulo:

J. —«Ahí tienes a tu madre».

C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Está cumplido

C. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:

J. —«Tengo sed».

C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:

caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:

J. —«Está cumplido».

C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Todos se arrodillan, y se hace una pausa

Y al punto salió sangre y agua

C. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron».

Vendaron todo el cuerpo de Jesús, con los aromas

C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

 

- La liturgia de este día, Viernes Santo, gira en torno a la Pasión y a la Muerte de Cristo; gira, por tanto, en torno a la CRUZ, donde Cristo murió.

- Vamos a plantearnos hoy, cuál debe ser el contenido y el significado de la Cruz, para los cristianos.

Vamos a intentar descubrir lo que, la Cruz de Cristo,. debe ser y representar en nuestra vida cristiana. Y lo vamos a hacer, partiendo de lo que significaba morir en la Cruz , en tiempo de Jesús.

 

1.- Morir en la Cruz era una maldición.

  • El que moría en la Cruz era tenido por “maldito”.

El que moría colgado de la Cruz, no solo recibía todas las maldiciones de la gente, sino que él mismo se convertía en maldición.

  • Todo el que moría en la Cruz, servía de “burla” y de “escarmiento” para la gente.
  • Así muere Jesús: como un MALDITO.

 

2.- Morir en la Cruz era una “desgracia”

  • El que moría en la Cruz era abandonado por los hombres, ya que no había para él misericordia, ni perdón. Únicamente recibía de los hombres: burlas e insultos.
  • Pero, lo más duro para Cristo en la Cruz, fue sentirse abandonado del mismo Dios: “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?”, dijo Cristo en la Cruz, dirigiéndose a su Padre.

 

3.- Morir en la Cruz era “inhumano”

  • Si lo humano es la convivencia, la comprensión, el perdón, la tolerancia, la Cruz era lo antihumano. Ni la fieras mueren así; solamente el hombre es capaz de semejante crueldad e inhumanidad.
  • Y así muere Cristo.
  • Y esa Cruz de Cristo sigue clavada en medio del mundo y la encuentras donde quieras que mires.

Allí donde las personas sufren hambre, injusticia, pobreza, violencia; allí está clavada la Cruz de Cristo.

 

4.- Nuestra actitud

Ante la Cruz, ante la Muerte de Cristo ¿cuál debe ser nuestra actitud siempre, pero de una manera especial en este día de Viernes Santo?

- Dolor ante el dolor y ante la muerte de Jesús crucificado. Y dolor ante el dolor y ante la muerte de todos los crucificados del mundo.

- Solidaridad con el sufrimiento de Jesús, que sufrió por defender al débil, al oprimido; que sufrió por ser consecuente con lo que había enseñado. Y solidaridad con el sufrimiento de la humanidad, especialmente con el sufrimiento de quienes lo pasan mal por ser consecuentes con su fe y por defender los derechos de los oprimidos.

- Compromiso de seguir a Jesús, siendo fieles a su mensaje. Y compromiso de compartir y aliviar el dolor y el sufrimiento de nuestros hermanos los hombres, comenzando por los más cercanos a nosotros: por la gente de nuestra parroquia.

 

Oración de los fieles:

Monición:

 

La Cruz de Jesús está presente ya entre nosotros. Los creyentes queremos descubrir hoy la fuerza que tiene la oración. Una oración cuya fuerza haga llegar los frutos de la muerte de Jesús a todos los hombres, especialmente a los que más sufren.

 

SUFRIMIENTOS EN LA IGLESIA

 

Te presentamos, en primer lugar, algunas realidades de la Iglesia. Con frecuencia le sobran miedos, tibieza, mediocridad, y le falta coherencia, audacia, radicalidad para vivir y transmitir el mensaje de Jesús.

 

Símbolo: Sale una persona y se agarra a la cruz. El sacerdote explica que la persona unida a la cruz significa nuestro deseo de encontrar en la cruz de Jesús, y no en otras seguridades, la fuerza necesaria para hacer realidad la petición de ahora.

Celebrante: Por todos los bautizados, para que nuestras palabras y actitudes no sólo provoquen extrañeza, sino que susciten también en nuestra sociedad un estilo nuevo de vida. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

 

SUFRIMIENTOS DEL MUNDO

 

En esta Celebración en que estamos viviendo la muerte de Jesús que nos abre a la vida, queremos recordar a todos los que sufren las injusticias. También nosotros los que nos llamamos cristianos vivimos a veces de espaldas a la justicia que proclamamos.

 

Símbolo: Sale una persona y deja unas cuantas cruces al pie de la cruz grande. Significan los sufrimientos que a veces nosotros mismos provocamos a los demás.

Se invita a la Asamblea a que exprese, colocando en la cruz grande las pequeñas cruces, el motivo o la causa con la que cree puede provocar sufrimiento a los demás.

Celebrante: Por los que están en paro, por los que viven en soledad, por los enfermos, por los que están en la cárcel o lejos de sus hogares, por los marginados de nuestra sociedad, por los que han perdido algún ser querido: para que la cruz de Jesús sea para ellos signo de consuelo y para nosotros motivo de solidaridad.

Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.

 

SUFRIMIENTOS DEL PUEBLO

 

Nos preocupa la situación de nuestro pueblo. El diálogo, la

no-violencia, el amor, no se hacen presentes en nuestras relaciones de cada día. Por el contrario, la violencia, la división, la opresión se hacen dueños de la situación y, de esta manera, es difícil llegar a conseguir la nueva sociedad que deseamos.

 

Símbolo: Un mapa. Se coloca junto a la cruz. Como fondo recortes de periódico que reflejan la situación actual y, en el interior del mapa, palabras: DIÁLOGO, NO-VIOLENCIA, AMOR...

Celebrante: Tú, Jesús, que te hiciste pueblo, te acercaste al hombre, ayúdanos a vivir como tú en el diálogo, la no-violencia, el amor, que hacen posible una convivencia más fraterna. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.

 

SUFRIMIENTOS DE LA COMUNIDAD

 

En nuestra Comunidad hay también dificultades, problemas, divisiones. La unidad que nos gustaría, con frecuencia queda oculta, escondida. La edad, la ideología, la profesión, nuestra situación social, los distintos niveles de fe, nos separan.

 

Símbolo: Escalera. En cada peldaño de una escalera se van colocando carteles: EDAD, BARRIO, PROFESIÓN, IDEOLOGÍA, NIVELES DE FE...

Celebrante: Te pedimos, Jesús, que, en medio de la diversidad, seamos capaces de descubrir que Tú eres el elemento de unión que hace posible esa parroquia más comunitaria y evangelizadora que todos deseamos. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.

 

Adoración de la Cruz

Monición

 

Después de estas plegarias nos acercamos a venerar la Cruz de Jesús. Es una acción individual, muy personal. Nuestros antepasados lo llamaban la “adoración de la Cruz”. Cada uno de nosotros lleva con calma y en silencio su propia carga, una tristeza privada, un dolor secreto, una aflicción personal. Con nuestra carga nos vamos arrastrando hasta la cruz. El simple gesto de besar las heridas de Cristo nos ayuda a curar las que llevamos dentro de nosotros.

El compartir el sufrimiento con otro, puede a veces, pero no siempre, aligerar la carga. Compartirlos con Jesús es por completo diferente. Es un momento de gracia que nunca falla.

Al venerar la cruz, pensemos en aquellos que están clavados a ella cada día por la crueldad o la dureza de otros hombres y pensemos en Cristo sufriendo de nuevo en ellos: las víctimas de la guerra, los que se mueren de hambre y los desamparados, los presos a causa de su conciencia, los rechazados y marginados de nuestra sociedad de consumo.

 

Presentación de la Cruz:

 

Sacerdote: Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo.

 

(Si la entrada se hace procesionalmente, se puede intercalar tres veces una aclamación a la cruz: Por tu Cruz y Resurrección nos has salvado, Señor. Y durante la adoración de la Cruz, se canta un canto...)

 

Compartimos el pan

Monición:

La muerte es el gran drama del hombre y el desafío a nuestra civilización moderna. Ni la medicina, ni las ciencias le han podido a la muerte. Sólo Jesús, después de pasar por la Cruz, ha triunfado sobre la muerte.

Y esta es la razón de nuestra presencia aquí: el saber que está vivo y se ha quedado para siempre en el Pan que ahora vamos a compartir. Por eso le decimos: danos de tu Pan, Señor, el pan de la cada día, el Pan de la Vida y el Amor.

Unidos y a una sola voz se lo pedimos diciendo: Padre nuestro...

 

Jesús muere, pero no nos deja. Se ha quedado entre nosotros en este alimento sencillo. El pan, que es su Cuerpo entregado por nosotros. Este es Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a esta comunión....

 

Oración final:

 

Señor Jesucristo, Salvador y Redentor,

quiero plantar tu Cruz frente a mi pobre alma,

para que arraigue en mi corazón.

Que tu amor crucificado

abrace mi corazón débil, cansado y afligido;

que se sienta atraído interiormente por Ti.

Suscita en mi lo que me falta:

compasión y amor a Ti,

fidelidad y empeño para perseverar

en la contemplación de tu Santa Pasión y Muerte.

Por JNS...

 

Despedida:

Hermanos: hemos comenzado sin cantos, con tristeza, y terminaremos sin cantos, pero con esperanza: la cruz está frente a nosotros como una invitación a hacer de nuestra vida una vida de amor y de servicio a todos los hombres. Ella nos dice que, si sabemos luchar, aunque suframos y muramos, nuestra vida acabará en los brazos del Padre. Y todo dolor, hasta la muerte, estallará en vida y resurrección.

 

PALABRA DE VIDA

VIGILIA PASCUAL

 

1.- Rito de la Luz

Monición:

 

En tiempos de Jesús, los judíos celebraban la Fiesta de su liberación bajo la débil luz de una promesa que habría de cumplirse en el futuro.

Los cristianos celebramos nuestra propia liberación bajo la Luz potente de una realidad. JESUS HA RESUCITADO.

Por eso Pascua significa: paso del pesimismo a la esperanza, del pecado a la amistad con Dios, de la muerte a la Vida, de las tinieblas a la luz

 

Saludo del sacerdote:

 

El fuego nos alumbra en la noche y nos da calor; ilumina nuestros rostros y podemos reconocernos.

Este fuego material es signo de Él , es señal de que Jesús está entre nosotros, nos ilumina y da el calor de la amistad y de la nueva fraternidad.

Que al llevar nuestra luz vibremos con alegría y celebremos el gozo salvador de Jesús

 

Oración:

 

Oh Dios, que por medio de tu Hijo

has dado a tus hijos la Luz Verdadera.

Santifica este fuego

y enciende en nosotros

el deseo de ser luz del mundo

y la esperanza para todos los demás,

para podernos encontrar contigo.

Te lo pedimos por JNS.

 

(Se enciende el Cirio, las velas de los asistentes y se comienza la procesión de entrada en el templo).

 

(Se comienza en el interior del templo...)

Monición de entrada

Lector 1: Fue en la noche más larga de todas, la noche de los tiempos, cuando el Espíritu de Dios se cernía sobre los abismos de la nada y el vacío. Fue al final de esa noche, cuando Dios dijo: “Haya luz”. Y hubo luz para que Dios realizara toda su espléndida obra creadora.

 

Canto:

 

Lector 2: Fue en una noche clara, cuando Dios hizo salir de su tienda a Abrahán a tomar el fresco y le dijo cariñosamente: “Mira el cielo, ¿a que no puedes contar las estrellas que ves? Pues así será tu descendencia: Y, aún hoy, todos los creyentes llamamos padre a Abrahán.

 

Canto:

 

Lector 3: En una noche cerrada y oscura, como la boca del lobo, Jacob luchó a tientas contra el ángel del Señor, creyendo que se trataba de un enemigo. Ya cercano el alba, Jacob pudo reconocerlo, y consiguió su bendición. El ángel del Señor lo llamó Israel, y le prometió ser el fundador del pueblo elegido.

 

Canto:

 

Lector 4: En una noche de luna llena, en medio de prisas y confusión, el pueblo de Israel escapó de la esclavitud de Egipto; y, guiado por Moisés, cruzó el Mar Rojo. En esa misma noche, el Señor castigó el orgullo egipcio. Fue la mayor proeza salvadora de Dios que el pueblo elegido recordará.

 

Canto:

 

Lector 5: Fue en una noche clara, con una estrella que apuntaba a Belén y unos pastores al raso, desvelados por un acontecimiento singular: “Os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor”.

 

Canto:

 

Lector 6: La noche de la muerte de Jesús. Una cruz vacía y desnuda, su testigo. Un sepulcro cerrado, su sello. Y un grito desgarrado en la noche “Dios mío, ¿por qué?”

 

Canto:

 

Sacerdote: Hermanos, ¡ésta es la noche santa! La noche en que nuestro Señor Jesucristo ha pasado de la muerte a la vida. La Iglesia invita a todos sus hijos, diseminados por el mundo a que se reúnan a velar en oración. Si recordamos así la Pascua del Señor, oyendo su Palabra y celebrando sus misterios, podremos esperar tener parte en su triunfo sobre la muerte y vivir con él siempre en Dios.

 

Liturgia del Fuego:

 

(Se sale al exterior del templo para proceder a la bendición del fuego...)

 

Monición:

Al fuego siempre se le ha visto como una fuerza de la naturaleza que da vida al hombre. En el Antiguo Testamento, el fuego, en forma de columna, marcó la presencia de  Dios en medio de su pueblo para que no se perdieran durante su camino nocturno en el desierto.

Cristo, por medio del fuego renovador, nos asegura su presencia en esta noche que iniciamos en la oscuridad y que terminaremos en resplandeciente aurora. Cuando veamos el cirio encendido, alumbrado esta noche con el fuego nuevo, nos alegraremos porque sentiremos que Jesús está con nosotros, y porque podremos transmitirnos, de uno a otro, su luz, su fuerza y su calor.

 

Oración:

 

¡Oh Dios!, que por medio de tu Hijo has dado a tus fieles el fuego de tu luz: santifica este fuego, y concédenos que la celebración de estas fiestas pascuales encienda en nosotros deseos tan santos que podamos llegar con corazón limpio a las fiestas de la eterna luz. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

 

Monición al encendido de las velas:

El cirio Pascual, única luz en medio de la oscuridad, es símbolo esplendoroso de Cristo resucitado. Los que deseamos caminar con Él vamos a encender nuestras vidas en la suya, nos vamos a dejar iluminar por Él, con el deseo de convertirnos a su vez en luz para los otros.

 

Se inicia la procesión hasta el templo...

 

Pregón Pascual

Monición:

 

Después de haber encendido nuestra vela en el cirio pascual, símbolo de Cristo Resucitado y verdadera luz del mundo, escuchemos la gran noticia que la Iglesia proclama a todos los hombres: Ésta es la noche santa, la noche de gracia y de salvación, más luminosa que el día, en la que Cristo ha vencido las tinieblas del pecado y ha triunfado sobre la muerte. Oigámoslo con atención y fe.

 

 

Exulten por fin lo coros de los ángeles,

exulten las jerarquías del cielo,

y por la victoria de Rey tan poderoso

que las trompetas anuncien la salvación.

 

Goce también la tierra inundada de tanta claridad,

y que radiente con el fulgor del Rey eterno,

se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero.

 

Alégrese también nuestra madre la Iglesia,

revestida de luz tan brillante;

resuene en este templo con las aclamaciones del pueblo.

 

V/. El Señor esté con vosotros

R/. Y con tu espíritu.

 

V/. Levantemos el corazón.

R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

 

V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R/. Es justo y necesario.

 

En verdad es justo y necesario

aclamar con nuestras voces

y con todo el afecto del corazón

a Dios invisible, el Padre todopoderoso,

y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

 

Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre

la deuda de Adán

y, derramando su sangre,

canceló el recibo del antiguo pecado.

 

Porque éstas son las fiestas de Pascua,

en las que se inmola el verdadero Cordero,

cuya sangre consagra las puertas de los fieles.

 

Esta es la noche

en que sacaste de Egipto a los israelitas nuestros padres,

y los hiciste pasar a pie el mar Rojo.

 

Esta es la noche

en que la columna de fuego esclareció las tinieblas del pecado.

 

Esta es la noche

en que, por toda la tierra, los que confiesan su fe en Cristo

son arrancados de los vicios del mundo

y de la oscuridad del pecado,

son restituidos a la gracia y son agregados a los santos.

 

Esta es la noche

en que, rotas las cadenas de la muerte,

Cristo asciende victorioso del abismo.

 

¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!

¡Qué incomparable ternura y caridad!

¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!

 

Necesario fue el pecado de Adán,

que ha sido borrado por la muerte de Cristo.

¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!

 

Y así, esta noche santa

ahuyenta los pecados,

lava las culpas,

devuelve la inocencia a los caídos,

la alegría a los tristes.

 

¡Qué noche tan dichosa

en que se une el cielo con la tierra,

lo humano y lo divino!

 

En esta noche de gracia

acepta, Padre santo,

este sacrificio vespertino de alabanza

que la santa Iglesia te ofrece

por medio de sus ministros

en la solemne ofrenda de este cirio,

hecho con cera de abejas.

 

Te rogamos, Señor, que este cirio,

consagrado a tu nombre,

arda sin apagarse

para destruir la oscuridad de la noche,

y, como ofrenda agradable,

se asocie a las lumbreras del cielo.

Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo,

ese lucero que no conoce ocaso

y  es Cristo, tu Hijo resucitado,

que, al salir del sepulcro,

brilla sereno para el linaje humano,

y vive y reina glorioso

por los siglos de los siglos.

Amén.

 

2.- Liturgia de la Palabra

Monición:

 

El misterio de esta Noche Santa tiene su historia. Vamos a escuchar algunos de esos momentos de la historia, de la que también nosotros formamos parte; una historia de esperanzas y dolores, de amores e infidelidades, pero toda penetrada de la ternura y de la misericordia de Dios.

 

Primera lectura:

Monición 

Dios crea, muchas cosas. Crea cielos y tierra, mares y plantas, peces y aves. Pero cuando Dio se siente más a gusto es creando al hombre y a la mujer, haciéndolos a su imagen, comunicándoles su vida, lo que él es, y dándoles poder sobre toda la creación. Brevemente lo relata así el texto sagrado

 

Lectura del Libro del Génesis,1,1-2,2

 

Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y dijo Dios: que exista la luz. Y la luz existió. Y separó Dios la luz de la tiniebla: llamó a la luz DIA y a la tiniebla NOCHE.

E hizo Dios una bóveda y separó las aguas de debajo de la bóveda de las aguas de encima de la bóveda. Y llamó Dios a la bóveda CIELO. Y dijo Dios: que se junten las aguas de debajo del cielo y aparezcan los continentes. Y llamó Dios a los continentes TIERRA y a la masa de aguas la llamó MAR.

E hizo Dios brotar sobre la tierra hierba verde que engendraba semilla según su especie y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie.

E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día y la lumbrera menor para regir la noche; y las puso Dios para dar luz sobre la tierra, para regir el día y la noche y para separar la luz de la tiniebla.

Y creó Dios los cetáceos y los vivientes que se deslizan, y las aves aladas y los animales domésticos, reptiles y  fieras. Y Dios los bendijo diciendo: creced y multiplicaos.

Y dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos y los reptiles de la tierra.

Y creó Dios al hombre a su imagen; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios diciendo: Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla.; dominad los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra.

 

Palabra de Dios

Salmo  103:

Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

1) Bendice, alma mía, al Señor
¡ Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto.-

2) Asentaste la tierra sobre sus cimientos,
y no vacilará jamás;
la cubriste con el manto del océano,
y las aguas se posaron sobre las montañas.- R

3) De los manantiales sacas los ríos,
para que fluyan entre los montes;
junto a ellos habitan las aves del cielo,
y entre las frondas se oye su canto .- R

4) Desde tu morada riegas los montes,
y la tierra se sacia de tu acción fecunda;
haces brotar hierba para los ganados,
y forraje para los que sirven al hombre.- R

5) Cuantas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría
la tierra está llena de tus criaturas.
¡Bendice alma mía al Señor.! .- R

Segunda lectura:

 

Monición:

El pueblo de Israel es liberado por el poder de Dios que ha oído el dolor de sus hijos. La Pascua será cada año fiesta en honor de Yahvé. Para san Pablo este “paso” del mar Rojo es imagen del Bautismo, sacramento que hace de nosotros hijos libres de Dios.

 

Lectura del libro del Éxodo, 14,15-15,1a

 

En aquellos días dijo Dios a Moisés: Alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en medio del mar a pie enjuto. Que voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan y me cubriré de gloria a costa del Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de los guerreros.

Moisés extendió su mano sobre el mar y el Señor hizo soplar durante la noche un fuerte viento que secó el mar y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban muralla a derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución, entrando tras ellos en medio del mar.

Y el Señor trabó las ruedas de los carros de los egipcios y las hizo avanzar pesadamente.

Y dijo el Señor a Moisés: Extiende tu mano sobre el mar y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes.

Y extendió Moisés su mano sobre el mar y al amanecer el agua volvía a su curso corriente. Y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del Faraón.

Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio la mano grande del Señor y creyó en el Señor. Entonces Moisés y los hijos de Israel entonaron un cántico al Señor.

 

Palabra de Dios

Salmo 15:

 

Protégeme, Dios mío, que me refugio en Ti.

V. Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria, 
caballos y carros ha arrojado en el mar. 
Mi fuerza y mi poder es el Señor, 
El fue mi salvación. 
Él es mi Dios: yo lo alabaré; 
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré. R.

 

V. El Señor es un guerrero, 
su nombre es “El Señor”. 
Los carros del faraón los lanzó al mar, 
ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes. R.


V. Las olas los cubrieron, 
bajaron hasta el fondo como piedras. 
Tu diestra, Señor, es magnífica en poder, 
tu diestra, Señor, tritura al enemigo. R.

 

V. Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad, 
lugar del que hiciste tu trono, Señor; 
santuario, Señor, que fundaron tus manos. 
El Señor reina por siempre jamás. R.

 

Tercera Lectura

 

Monición:

Si el pueblo reconoce su pobreza –su hambre y su sed- se convierte de sus torcidos caminos y busca de corazón al Señor sellará con él una alianza de amor eterno.

 

Lectura del Profeta Isaías, 55,1-11

 

Esto dice el Señor: Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los que no tenéis dinero: Venid, comprad trigo, comed sin pagar, vino y leche de balde. Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos.

Sellaré con vosotros mi alianza perpetua.

Buscad al Señor mientras puede ser hallado, invocadlo mientras está cerca; que el malvado abandone su camino y el criminal sus planes; que regrese al Señor y Él tendrá piedad, a vuestro Dios que es rico en perdón.

Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos. Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros.

Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come; así será mi palabra, que sale de mi boca: No volverá a mí vacía sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.

 

Palabra de Dios

Salmo 41:

Como busca la cierva, las corrientes de agua, así mi alma te busca a Ti, mi Dios.

 

Canto del Gloria

 

Nuestro canto se convierte en la mayor expresión de alabanza, gratitud y alegría. ¡Cristo ha resucitado!

 

(Suenan las campanas...)

 

Oración Colecta:

 

Oh Dios, que iluminas esta noche santa con la gloria de la resurrección del Señor, aviva en tu Iglesia el espíritu filial, para que, renovados en cuerpo y alma, nos entreguemos plenamente a tu servicio.  Te lo pedimos...

 

Lecturas del Nuevo Testamento

Monición:

Cristo muerto y resucitado ha destruido la muerte y ha hecho nacer la vida. Por la fe y el Bautismo somos liberados del pecado y de la muerte. El Apóstol nos urge a vivir como lo que somos.

 

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos

Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo, fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue despertado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Porque, si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya. Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y nosotros libres de la esclavitud del pecado.

Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios.

Lo mismo vosotros consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.

 

Palabra de Dios

Salmo: 117

Éste es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría nuestro gozo. Aleluya, aleluya.

 

Monición al Evangelio

La promesa se ha cumplido. Dios ha sido fiel a su Palabra. Aquel a quien buscan las mujeres, a quien todos buscamos, no está aquí: HA RESUCITADO. La Vida ha triunfado sobre la muerte. Ha nacido la aurora de una nueva vida. Escuchemos con fe esta Buena Noticia.

Ciclo B

Lectura del santo Evangelio según san Marcos, 16,1-7

 

En aquel tiempo María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras: - ¿Quién nos correrá la piedra a la entrada del sepulcro?

Al mirar vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y se asustaron. Él les dijo: - No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. HA RESUCITADO. Mirad el sitio donde lo pusieron.

Ahora id a decir a sus discípulos y a Pedro: El va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo.

Salieron corriendo del sepulcro, temblando de espanto. Y no dijeron nada a nadie, del miedo que tenían.

Palabra del Señor

 

REFLEXIÓN

 

“Noche, noche del Señor...”

Si asistís alguna vez al rezo de completas, en algún monasterio del Cister, por la noche podréis oír cantar a los monjes un himno:

“Noche, noche del Señor; es la hora del amor. En la noche ven Señor, ven Señor con tu favor”. Y el solista añade: “La noche, Señor, no interrumpe tu historia con los hombres”.

La liturgia de esta Vigilia ha aludido una y otra vez a la noche. El Pregón Pascual tiene como hilo conductor la expresión “ésta es la noche... santa, dichosa, noche de gracia...”

El primer gesto creador de Dios fue cuando creó la luz en la noche... En la noche estrellada fue cuando Abrahán recibió la promesa de ser padre de un pueblo; fue en otra noche cuando los israelitas fueron liberados... Y, saltando los siglos, fue en una noche “noche de Dios, noche de paz”, cuando María tuvo en sus manos a la Palabra de Dios hecha carne entre los hombres.

Pero, sobre todo, “ésta es la noche”: ésta es la noche en la que no hubo testigos, pero en la que se une el cielo con la tierra, lo humano y lo divino. Esta es la noche en la que surge una fe que ha cambiado el mundo, porque si Cristo no hubiese resucitado, nuestra fe sería vana. Nadie fue testigo. Será pocas horas después cuando las buenas mujeres no encuentran en el sepulcro el cuerpo de Jesús al que querían embalsamar con sus aromas...

Pero poco a poco el Señor Resucitado comienza a manifestarse a María Magdalena, a Pedro, a los desanimados discípulos de Emaús, a Tomás el incrédulo... Y, poco a poco, nace la comunidad de los que pronto se llamarán “cristianos”. Y no se limitan a predicar la validez del mensaje de Jesús a pesar del fracaso de la cruz; su mensaje central es que “DIOS LO HA RESUCITADO”. Lo que da validez a la vida, al mensaje, a la muerte de Jesús es su Resurrección.

Y hoy también, nos reunimos muchos creyentes repartidos por todo el mundo “en esta noche”. Nos reunimos aquellos a los que Jesús llamaba dichosos “porque creen sin haber visto”. Nos reunimos porque seguimos creyendo que, aunque nadie fuese testigo del hecho de la Resurrección, Dios ha resucitado a Jesús. Creemos en el anuncio: “No está aquí. Ha resucitado. ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”. Nos reunimos porque todos hemos tenido esa experiencia personal de que Él sigue vivo, porque le han visto nuestros ojos iluminados del corazón, porque nuestra fe personal o comunitaria puede también afirmar: “era verdad. El Señor ha resucitado”.

Ojalá resuene en nuestro oídos y en nuestro corazón lo que significa ese alegre Pregón Pascual, que una y otra proclama “ésta es la noche”. Ojalá resuenen en los oídos de los jóvenes, y en ese niño y joven que hay dentro de todo adulto, el alegre mensaje de que nuestros gozos, nuestras ilusiones, nuestra vitalidad son anuncio de un gozo pleno que nos espera a todos resucitados junto al Señor Resucitado. Ojalá resuenen en los oídos y en el corazón del enfermo, y en ese enfermo que todos llevamos dentro, una voz que ilumine y dé sentido al sufrimiento. Ojalá resuenen en los oídos y en corazón de vosotros, padres y madres de familia, una voz que os diga que merecen la pena los esfuerzos y los sacrificios por vuestros hijos aunque os puedan parecer baldíos y estériles.  Ojalá resuenen en los oídos y en el corazón del que se siente próximo a la muerte o en los que han perdido un ser querido, esa voz que le diga que porque Cristo, ha resucitado, también a todos nos espera una resurrección y que nuestra vida no termina, sino que se transforma... Jesús no ha venido a suprimir el dolor, ni a darle una explicación. Ha venido a compartirlo, a llenarlo de su presencia y a dar un último sentido a nuestros gozos y tristezas con la luz de su Resurrección.

Porque desde aquella noche silenciosa y sin testigos, la carne humana está sembrada de una vida que no se acaba...

Esto es lo que celebramos en “esta noche”. Tiene razón el himno cuando dice: “la noche, Señor, no interrumpe tu historia con los hombres”. Porque el destino de Cristo es nuestro destino: “en la vida y en la muerte somos del Señor”, la vida, la muerte y la resurrección de Jesús son la luz que iluminan mi vivir y mi morir.

 

3.- Liturgia Bautismal

(Mientras se canta un canto, se prepara el agua...)

 

Monición:

A lo largo de estos años hemos visto cómo, sin agua, la naturaleza y las personas agonizamos. Sin agua se mueren los campos. Sin agua no hay posibilidad de limpieza, higiene y vida.

 

Bendición del agua:

 

Invoquemos, queridos hermanos a Dios Todopoderoso,

y pidámosle que con su poder santifique esta agua,

para que los que con ella renazcan por el Bautismo,

sean incorporados a la Comunidad de creyentes.

 

Oración:

 

Oh Dios, que realizas obras admirables con tu poder invisible,

y de diversos modos te has servido de tu criatura el agua

para significar la gracia del Bautismo.

Mira ahora a tu Iglesia en oración

y abre para ella la Fuente del Bautismo.

Que esta agua reciba, por el Espíritu Santo,

la gracia de tu Hijo Unigénito, para que el hombre,

creado a tu imagen , y limpio por el Bautismo,

muera al hombre viejo y renazca a la Vida Nueva.

Te pedimos, Señor, que el poder del Espíritu Santo,

descienda, por tu Hijo sobre el agua de esta fuente,

para que los sepultados con Cristo en su Muerte,

por el Bautismo, resuciten con Él a la Vida. Por JNS.

 

(Verter el agua del cántaro sobre la pila, en silencio)

 

El anuncio gozoso de la resurrección de Jesús que acabamos de vivir, y que nos hace estar sonrientes y alegres, nos lleva a pensar en el día en que por el Bautismo iniciamos nuestra personal resurrección y empezamos a formar parte de los seguidores de Jesús, de la Iglesia. Sin embargo no todo está hecho. El Bautismo fue un comienzo. Su continuidad es cuestión de vida o muerte. Por eso renovamos en esta noche públicamente nuestra más firme decisión de vivir con intensidad y sin cobardías el seguimiento de Jesús.

 

Profesión de fe:

Nuestra vida cristiana está llena de altibajos, ¿a que sí?; cuajada de momentos buenos y otros no tan buenos. Damos a veces la impresión que nos faltan las fuerzas, o incluso metas e ilusiones para seguir adelante. En esta noche de luz y alegría, de resurrección y fiesta, queremos renovar nuestra fe en Jesús y también la confianza en los hermanos de nuestra comunidad con los que juntos hacemos la vida. A la llamada de Dios respondemos con firmeza y convencimiento:

 

  • ¿Renunciáis a la obsesión por tener y al afán de poder, que agosta y deja sin vida nuestra disponibilidad y buenas intenciones?
  • ¿Renunciáis al pesimismo, al mal humor y al desánimo que arrebatan las ganas de trabajar y luchar por la justicia y por el bienestar de todos?
  • ¿Renunciáis a colaborar con cualquier tipo de injusticia, por ventajosa que os resulte, que oprime a las personas y destruye la convivencia entre hermanos?
  • ¿Prometéis tratar con cariño y delicadeza a todas las personas que día a día conviven con vosotros, no excluyéndolas por su forma de ser, y siendo tolerantes con sus defectos?
  • ¿Prometéis vivir al estilo de Jesús, dejándoos seducir por su forma de amar y de servir, sin miedos ni cobardías?
  • ¿Prometéis que toda la alegría que estáis viviendo esta noche aquí no va a quedar encerrada en estos muros sino que la vais a llevar a vuestras casas y a vuestros vecinos?

 

Que Dios nuestro Padre que nos ha dado una vida nueva por el agua y el Espíritu, nos confirme en la fe, y realice en nosotros la obra emprendida por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

 

(El sacerdote rocía con el agua bendecida a la Asamblea)

 

Oración de los fieles

 

Puesto que creemos en el Señor resucitado y estamos animados por una gran esperanza le invocamos:

 

  • Tú cambiaste nuestro luto en gozo; fortalece la fe de tu pueblo en estos días de Pascua.  ROGUEMOS AL SEÑOR...
  • Tú nos abriste las puertas de la vida; lleva a cabo las promesas del reino para todos los hombres. ROGUEMOS AL SEÑOR...
  • Tú amor es más fuerte que la muerte; mantén el ánimo de los que cada día afrontan humillaciones en su vida. ROGUEMOS AL SEÑOR...
  • Tú que lo has renovado todo; haz que la naturaleza sea respetada y sirva para disfrute de todos . ROGUEMOS AL SEÑOR...
  • Tú que nos conduces a todos a las fuentes de la vida; haz que surja entre nosotros los aquí reunidos, deseos de comunión fraterna y compromiso de servicio a los hermanos.

 

Señor Jesús, concede a este mundo nuestro el pasar de la muerte a la vida, del sufrimiento al gozo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

 

4.- Liturgia Eucarística

 

Monición:

Vamos a poner ahora la mesa para este banquete eucarístico. Extendamos el mantel y pongamos el pan para todos: nadie está excluido de esta comida de hermanos. Que no falten ni el vino de la vida ni las flores de la alegría. Tampoco falte el cirio donde reconozcamos a Jesús luz del mundo presente entre nosotros. Y finalmente compartamos, a modo de señal y como anticipo, nuestros bienes con aquellos que tienen sus mesas vacías de pan y de cariño.

 

Oración:

 

En el pan que de ti nos viene, Padre, y en la copa de vino que nos has dado, queremos ofrecernos nosotros y ofrecer toda la creación, para que este mundo, salido de tus manos y rescatado en la Sangre de tu Hijo, se convierta en un mundo lleno de vida.

Te lo pedimos por JNS.

 

Plegaria Eucarística

 

Es realmente justo y necesario,

darte gracias, Padre Nuestro.

Y de una manera especial en esta noche,

en la que ha resucitado tu Hijo.

Ésta es la noche de gracia

en que se une lo humano y lo divino.

Ésta es la noche

en que transformas nuestro miedo en valentía,

noche en la que despiertas en nosotros

deseos de liberación y alegría,

al reconocer que Jesús venció a la muerte.

En esta noche en la que palpamos muy cerca

la presencia del Resucitado

queremos elevar nuestras voces

y unirlas a los coros de tus ángeles y santos

para proclamar tu alabanza

diciendo:

 

Santo, Santo, Santo

 

Padre de los cielos y la tierra,

te bendecimos porque Jesucristo vive

en todo deseo de vida y amor,

porque su presencia es necesaria e indispensable,

como el pan y como el vino.

Cuando los humanos compartimos el pan,

la mesa y la alegría,

nos hacemos hermanos.

 

En medio de nosotros está, entonces, Cristo.

 

Padre, nos hemos reunido en nombre de Jesús

los de lejos y los de cerca,

para celebrar su Última Cena

y el comienzo de nuestra Cena con Él,

Resucitado y Vivo entre nosotros.

 

Que tu Espíritu

transforme este pan y este vino

en el Cuerpo y en la Sangre de Jesús.

Él la víspera de su muerte,

sentado a la mesa con sus discípulos,

tomó el pan y se lo repartió

diciendo:

Tomad y comed...

 

Y lo mismo hizo con la copa de vino.

Al terminar la Cena la pasó a sus discípulos

diciendo:

Tomad y bebed...

 

Cristo se entregó por nosotros

Por tu cruz y Resurrección nos has salvado, Señor.

 

Estamos recordando, Señor,

la Muerte y Resurrección de Jesús.

Que reine la alegría entre los hombres,

y nos ayudemos a vivir felices.

 

Que tu Espíritu, Señor,

nos ayude a vivir como hermanos,

siendo en medio del mundo,

 testigos de tu amor y de tu vida.

 

Acuérdate del Papa

y de los pastores que dirigen la Iglesia.

Que no carguen duras cargas

ni trabajos pesados sobre los creyentes,

sino que les ayuden a vivir

en la alegría del Señor Resucitado.

Acuérdate de los niños y de los ancianos,

que sean felices y disfruten de la vida.

Acuérdate de los que sufren

para que, también ellos, vean un día,

el fin de sus penas y la alegría de la vida.

 

Recuerda a tus hijos....

a nuestro familiares, amigos,

y fieles difuntos de esta Comunidad.

 

Hoy estamos alegres,

porque Jesús ha resucitado,

por eso nos unimos a María, a los santos

y a las personas alegres y de buena voluntad,

para brindar con el pan y la copa

que son ya el Cuerpo y la Sangre de Jesús,

diciendo:

 

Por Cristo, con Él y en Él...

 

Padre nuestro:

 

La Eucaristía pone a nuestro pueblo en Comunión. Ya no vive cada uno para sí mismo, sino que lo debemos compartir todo, incluso al mismo Dios. Por eso decimos: Padre nuestro...

 

Nos damos la paz

 

Estamos viviendo tiempos duros, de guerras evidentes por todos conocidas, y otras que la prensa y la televisión no airean porque no interesan, de corrupciones y de desencantos profundos. Lo nuestro, Señor, no es el odio y la guerra. Lo nuestro es contagiar vida y esperanza, llenarlo todo de ilusión y de optimismo. Queremos dar la mano al que siembra y felicitar al que recoge. Queremos estar cerca del que cree en un mundo nuevo y del que se esfuerza por construir la paz.

 

Que la paz del Señor resucitado esté con todos vosotros.

 

Nos damos, como hermanos la paz.

 

Comunión:

 

Jesús Resucitado quiere estar cerca de nosotros. El Jueves Santo se quedó con nosotros como pan y vino y quiere seguir alimentándonos. Por eso nos invita hoy al Banquete, a la Fiesta de su Resurrección.

Dichosos los invitados a la Mesa del Señor...

 

Oración final:

 

Hoy es el día en que resucitó Jesús.

Es un día de gozo y alegría..

Ha vencido a la muerte,

ha salido victorioso del sepulcro,

ha librado nuestra vida

de temores y recelos,

nos levanta el ánimo,

anima nuestra esperanza,

nos abre la puerta a la vida

y a la alegría de vivir.

 

Hoy es el día en que resucitó Jesús.

Es un día de gozo y de alegría.

Hoy es el día en que debemos

actuar los cristianos.

Queremos ser testigos de vida y alegría,

queremos tener un gesto cariñoso

y una palabra amigable para todos:

para los niños, jóvenes y ancianos.

Porque hoy es el día en que resucitó el Señor.

 

Bendición final:

 

La luz está con nosotros, nosotros somos portadores de una luz que luce en medio de las tinieblas. En la vida que vivimos todos los días no estamos entregados a las tinieblas, caminamos con la luz de Jesús Resucitado....

 

  • Que nos bendiga Dios todopoderoso en esta noche solemne de Pascua, y que su misericordia nos guarde de todo pecado. Amén.
  • Y el que nos ha redimido por la resurrección de Jesucristo, nos enriquezca con el premio de la vida eterna. Amén.
  • Y a todos nosotros, que, al terminar los días de la pasión del Señor, celebramos con gozo la fiesta de Pascua, nos conceda también alegrarnos con el gozo de la Pascua eterna. Amén.

 

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

Padre, Hijo y Espíritu Santo,

descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre. Amén.

 

Despedida:

Hermanos, hemos celebrado el paso de Dios entre nosotros y lo ha dejado todo sembrado de amor y de esperanza. El sepulcro ha florecido. La resurrección de Cristo es un sí a la vida y al hombre. Tenemos derecho a esperar un mundo nuevo y el deber de trabajarlo. El que ha experimentado la fuerza de Jesús resucitado no puede guardarla para sí. ¡Feliz Pascua florida! ¡Feliz Pascua de amor! Acuérdate que eres Pascua, que Cristo resucitado siga resucitando en ti. Ayuda tú también  a que otros resuciten.

 

 

 

anterior siguiente