HASTA SIEMPRE PADRE SALVADOR

Te has ido al Cielo P. Salvador, y lo has hecho como los buenos hombres, en silencio.

Pero ese silencio en tu partida, no significa que no hayas dejado tu obra. Obra bien apreciada y reconocida por cuantos hemos tenido la suerte de haberte conocido. Es tu obra del ministerio sacerdotal que siempre has ejercido.

Por eso, nunca caerás en el olvido. Somos muchas las personas que te recordaremos por tus obras, a veces no reconocidas.  Y de esta forma, siempre permanecerás vivo entre nosotros porque estarás en nuestras memorias. El pausado de tu caminar, la templanza al hablar y tu sonrisa al escuchar, demostraron la fortaleza de tus convicciones. Y así, con tu sonrisa y tu mirada, demostraste siempre la gran paz interior que has tenido -muchas veces en situaciones difíciles-.

Ya estás P. Salvador en el Cielo. Junto a Jesús y María, a la que tanto nos hemos encomendado, para disfrutar de la Vida Eterna.

Nuestro cariño y recuerdo  para ti haciéndote un último ruego:

P. Salvador, cuando nos llegue nuestra hora, alárganos tu mano para ayudarnos a entrar al Cielo y compartir, como tú ya lo haces, la vida eterna.

Para siempre y por siempre tienes, P. Salvador, nuestro recuerdo por tu obra y ejemplos de vida dejados en la tierra.

Nos dolemos en tú caminar, nos congratulamos en tu destino: La Gloria.

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