793 Aniversario de la Aparición de la Santísima Virgen de la Cabeza
SOLEMNE NOVENA EN SU HONOR
Consideración para el noveno día de novena: Por los difuntos que acompañan a la Virgen de la Cabeza e interceden por nosotros.
DÍA NOVENO
1.- Oración para todos los días.
Virgen Santísima de la Cabeza, Madre de Dios y de la Iglesia, que has querido establecer tu Santuario en esta Sierra Morena para auxilio de los cristianos, consuelo de los afligidos, refugio de los pecadores y aliento de los peregrinos y romeros, dígnate acoger con amor maternal las súplicas que durante esta novena te dirigen tus hijos y devotos. Y, pues, tu Hijo Jesucristo te constituyó Madre de todos los hombres, intercede ante Él para que sepamos caminar siempre como tú, siguiendo las huellas de tu Hijo hasta que alcancemos las cumbres de la gloria en compañía de tu Hijo que vive y reina con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
2.- Reflexión para este día: MARÍA BRILLA EN EL FIRMAMENTO DE LA IGLESIA.
« ¿Quién es esa que se asoma como el alba, hermosa como la luna y límpida como el sol, terrible como escuadrón a banderas desplegadas?.. (Cantar de los Cantares, 6,9). Esa mujer bella como la luna, radiante como el sol es la Iglesia en su estado definitivo, es decir, es la Iglesia triunfante de sus enemigos: pecado, muerte, satanás. Es la Iglesia totalmente redimida, que descansa en el hogar del Padre y da gloria al Cordero inmaculado que ha derramado su sangre por nuestra redención. Y esa mujer es también María, totalmente redimida, inmaculada y santa, sin mancilla de pecado, llena de gracia, asunta en cuerpo y alma al cielo y constituida por su Hijo, en Reina y Madre de misericordia. Esta mujer, gloria de Jerusalén, alegría de Israel y orgullo de nuestra raza es la esperanza del género humano, según las palabras de Pablo VI: "A los hombres contemporáneos, frecuentemente atormentados por la angustia y la esperanza, rebajados por su pequeñez y sacudidos por aspiraciones innumerables, con el ánimo conturbado y divididos el corazón y la mente ante el enigma de la muerte, oprimidos por la soledad y deseando con ardor la comunicación con los demás, hondamente alterados por el fastidio y la náusea: a estos hombres, la Virgen, contemplada en su vicisitud evangélica y en la realidad ya conseguida en la ciudad de Dios, ofrece una visión serena y una palabra tranquilizadora: la victoria de la esperanza sobre la angustia, de la alegría y de la belleza sobre el tedio y la náusea, de las perspectivas eternas sobre las temporales, de la vida sobre la muerte» (MC, 57) María de Nazaret, que ha conocido como nosotros, el dolor, la soledad, la duda, la incomprensió la y que ahora está gozando en la casa del padre junto a su Hijo, «brilla ante la comunidad de los elegidos como modelo de virtudes» (LG. 65), es nuestra Abogada, Socorro y Auxilio. Por todas estas prerrogativas es nuestra esperanza. Es lo que decimos en la Salve: «Dios te salve, Reina y Madre de misericordia; vida, dulzura, esperanza nuestra; Dios te Salve».
3.- Preces.
Elevemos nuestras oraciones al Padre que ha exaltado a la Madre y a su Hijo Jesucristo y la ha hecho Esposa del Espíritu Santo y repitamos: Reina y Madre de misericordia ruega por nosotros.
- Por los hombres que se angustian por temor a la muerte: Reina y Madre de misericordia ruega por nosotros.
- Por todos los desesperados, por los que no encuentran sentido a la vida, por los que dudan y vacilan en su fe: Reina y Madre de Misericordia ruega por nosotros.
- Por todos los cristianos para que, sin olvidar las obligaciones en este mundo, pongamos el corazón y nuestras esperanzas en la patria de la felicidad eterna: Reina y Madre de misericordia ruega por nosotros.
- Por todos nosotros para que la devoción que sentimos hacia nuestra Patrona la Virgen de la Cabeza, nos estimule a la práctica de las virtudes y al seguimiento de Cristo: Reina y Madre de misericordia ruega por nosotros.
- Por el pueblo de Israel, el primero a quien Dios habló desde antiguo por lo profetas, para que el Señor acreciente en los judíos el amor de su Nombre y la fidelidad a la Alianza que selló con sus padres, roguemos al Señor.
4.- Oración final.
Virgen Santísima de la Cabeza, Reina y Señora de Sierra Morena, desde tu excelso trono de gloria vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos. Da fuerza a los débiles; virtud a los pecadores; consuelo a los afligidos; salud a los enfermos, alegría a los tristes y justicia a todos los pueblos de la tierra, para que, después del destierro de esta vida, podamos gozar de la presencia dichosa de tu Hijo, fruto bendito de tu vi entre. Ruega por nosotros santa Madre de Dios para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo nuestro Señor, Amén.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
