PALABRA DE VIDA
DOMINGO TRIGÉSIMO SEGUNDO DEL TIEMPO ORDINARIO
Santuario, 12 de noviembre de 2017
"Velad, porque no sabéis el día ni la hora"
Ambientación
"Estamos aquí reunidos, en torno a este altar, para renovar nuestra fe en Cristo Jesús. Dios, Padre nos ha invitado a orar, por nosotros y por nuestros hermanos, y hermanos difuntos. Se trata de una invitación personal, que no se puede delegar en ningún otro. Tampoco podemos ser representados por otro.
Cada uno tenemos que responder de nosotros mismos. No podemos echar la culpa a nadie, si las cosas marchan mal. Cada uno tenemos nuestra propia responsabilidad. El lugar de mi responsabilidad en este mundo, no puede ser ocupado por ningún otro.
Se trata, nada más y nada menos, que de construir aquí, en la tierra, el Reino de Dios; que es un Reino de amor, de justicia y de paz".
(Un momento de silencio)
En la presencia de Dios decimos:
Somos cristianos, seguidores de Jesús, pero muchas veces sólo de palabra, porque nuestras vidas no se parecen demasiado a la suya. Por eso vamos a pedir perdón:
Pedimos perdón
Muchas son las situaciones personales y sociales que nos apartan del proyecto salvador de Dios, aunque sabemos que El siempre nos perdona. Con esta confianza le decimos:
-Tú, que eres la fuente de la verdadera sabiduría, que colocas al ser humano en el centro de la creación.
SEÑOR, TEN PIEDAD.
-Tú, en quien viven por siempre todas las personas, los vivos en este mundo y los vivos en ti.
CRISTO, TEN PIEDAD.
-Tú, que nos reconoces en la entrega, en el esfuerzo y en la búsqueda de tu Reino.
SEÑOR, TEN PIEDAD.
Oración colecta
Une, Señor, nuestra voz,
por la fuerza de tu Espíritu,
por el calor humano de tu Hijo,
en el resguardo de tu amor desbordante.
Haznos autores de concordia,
sembradores de paz entre los pueblos,
constructores de entendimiento.
Danos un corazón para los demás,
anima nuestras manos para los pobres y enfermos,
nuestras fuerzas para los que no tienen hogar,
nuestra sonrisa y nuestro pan
para los que no tienen techo
y para los que están lejos de los suyos,
buscando trabajo y amigos entre nosotros.
Une, Señor, nuestra voz,
nuestro hacer y nuestro sentir:
para que tu comunión de Dios
en tres personas sea nuestra comunión en Ti
y con todos nuestros hermanos.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor,
Leemos la Palabra, para que nos ilumine y nos afiance en la fe de Jesús:
+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo, 25, 1-13
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los Cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas." Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo llegó el esposo y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, Señor, ábrenos." Pero él respondió: "os lo aseguro: no os conozco." Por lo tanto, "velad, porque no sabéis el día ni la hora."
Palabra del Señor
COMENTARIO:
"También a nosotros se nos acaba el aceite y se nos apagan las lámparas. Sí, a muchos cristianos se nos va apagando la fe y lo malo es que muchas veces ni nos damos cuenta, y hasta nos encontramos sin reservas o sin repuesto para volver a dar vida a nuestra fe que se apaga lentamente.
Desde hace algunos años esta es la paradójica situación de hombres y mujeres que se confiesan creyentes, pero en los que la fe ya no es una fuerza que influya lo más mínimo en sus vidas. Cristianos de fe tan lánguida, de esperanza tan apagada y de una vida tan pagana como la de muchos contemporáneos que ya no se dicen creyentes.
Hay demasiadas personas que viven encerradas en un cristianismo tradicional que conocieron en la infancia, con una fe medio apagada y que no tienen recursos para poner al día esa fe... Son personas que viven en un estado intermedio entre el cristianismo tradicional que conocieron de niños y la descristianización general que respiran hoy en su entorno. Se confiesan cristianos, pero su vida cotidiana se alimenta en fuentes, convicciones e impulsos muy alejados del espíritu de Jesús.
Mal cuidada y peor alimentada, la fe va perdiendo fuerza en
ellos, mientras la incredulidad se va extiendo en sus conciencias de manera casi imperceptible, pero cada vez más firme. Cristianos de rostro irreconocible, su estado está bien descrito en esas jóvenes de la parábola evangélica que dejan que se apaguen sus lámparas antes de que llegue el esposo.
¿Es posible reavivar de nuevo esa fe antes de que sea demasiado tarde? ¿Es posible que vuelva a iluminar la vida de quien se va deslizando poco a poco hacia la incredulidad?
Antes que nada, es necesario reconocer la propia incoherencia y reaccionar.
La fe no es algo que se recibe y se guarda para siempre. La fe es como la vida misma, como la misma salud a la que hay que estar continuamente alimentando y cuidando para que no enferme. Es como esa lámpara que se va consumiendo y necesita aceite para que pueda seguir alumbrando.
Hay que pasar de un cristianismo infantil, a un cristianismo adulto y responsable; de un cristiano por nacimiento a un cristiano por convencimiento personal, por decisión propia.
¿Cómo va a ser uno creyente en medio de una sociedad plural y laica, si no es por decisión, consciente y libre?
Pero es necesario, además, cuidar la fe, conocerla mejor, cultivarla. Un cristiano ha de preocuparse de leer personalmente el evangelio e interesarse por la persona de Cristo y su mensaje. Todos los diagnósticos que se hacen de la fe de los españoles coinciden en una comprobación: la fe en España está viva, lo que no es, es profunda, no está formada.
Parece que bastaría con que las madres enseñaran a los niños las primeras oraciones y luego confiamos todo a lo que los curas nos enseñen en las homilías de los domingos.
Pero no se puede amar ni vivir lo que sólo a medias se conoce. Y así nos encontramos que muchísimos españoles, apenas conocen nada de la fe que dicen practicar... Muchos difícilmente sabrían explicar el sentido de los sacramentos...Han oído hablar de Cristo, pero no han leído nunca el evangelio.
Y esto pasa sobre todo con las personas mayores. Muchos te dicen que la catequesis está bien para los niños, pero que ellos ya poco o nada tienen que aprender. Y hay muchos adultos que lo único que saben de su fe es lo que medio-recuerdan de cuando eran niños...
Pero eso es como si un adulto quisiera seguir vistiéndose los vestidos que usó de niño o intentara seguir durmiendo en la cuna que tuvo de pequeñín. Los vestidos se rasgarían y la cuna quedaría destrozada bajo su peso de adulto.
Pero la fe no es una cosa que se tiene de una vez para siempre, es algo que debe crecer. Y para crecer debe alimentarse. ¡Cuántas veces muchos se lamentan que de mayores han perdido la fe! Y se creen que la fe se pierde como se pierde un llavero. La fe sólo se pierde cuando no se cultiva, cuando no se ahonda y alimenta.
Por eso me gustaría animaros a cultivar la fe, con el estudio de la lectura creyente, leyendo el evangelio en grupo... Y si algún día escucháis que se os invita a un retiro, a una charla, a alguna oración o encuentro... no penséis que es sólo cosa de chavales... es cosa de cristianos y de creyentes que queremos alimentar nuestra fe, para que nuestras lámparas no se apaguen y sigan alumbrando cuando llegue es esposo...
Es el momento de hacer silencio, meditar.........
Oremos y Pidamos al Señor por intercesión de nuestra madre la Virgen de la Cabeza.
1.- Pedimos por el Papa y los Pastores de la Iglesia, para que el miedo no les impida ser verdaderos seguidores de Jesús y proclamar su Evangelio.
Roguemos al Señor.
2.- Pedimos por los dirigentes de los Pueblos, para que no intenten someterlos bajo el dominio del miedo, sino que los dirijan con justicia.
Roguemos al Señor.
3.- Pedimos por las víctimas de la represión y la violencia, para que puedan ver una luz al final del oscuro y duro paso por esta vida, y dejen un día de tener miedo.
Roguemos al Señor.
4.- Pedimos por todos nosotros, para que el miedo no nos impida ser cristianos en la sociedad actual, y ayudar a los que nos rodean, siguiendo el ejemplo de Jesús.
Roguemos al Señor.
Quita, Señor, el miedo de nuestras vidas. Recibe estas peticiones y otras que hemos traído cada uno en nuestro corazón. Todo ello te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Damos Gracias
No tengas miedo.
No tengas miedo del que puede matar el cuerpo.
Teme al que puede destruir el alma y el cuerpo,
teme al que puede destruir los valores humanos:
la convivencia social y el amor entre hermanos
No tengas miedo de estar solo, de revisar tu vida.
Ten miedo de ser un solitario, desconfiado,
aislado de tus hermanos, sin amigos ni cariño.
Nunca temas decir la verdad, expresar lo que sientes.
Teme, más bien, engañarte a ti mismo,
colocar máscaras que oculten tu cara y tu vida.
No temas hablar con dificultad, no saber explicarte.
Ten miedo de no escuchar al que habla.
No tengas miedo de ser valiente y audaz.
Teme herir con tu silencio o con tu orgullo.
Vive con intensidad y dinamismo,
rompe las paredes de tu vida egoísta, sal hacia los demás, levántate, comparte tu alegría y tu cariño,
y la vida será para ti un canto,
y cada día será una fiesta alegre.
¡Feliz Semana!