PALABRA DE VIDA
DOMINGO TRIGÉSIMO DEL TIEMPO ORDINARIO
SANTUARIO, 29 DE OCTUBRE DE 2017
Ambientación
Invitados por el Señor, convocados en el nombre de Jesús, nos hemos reunido aquí, un día más, para orar con Dios Trinidad..
El corazón es lo más bello y delicado que habita dentro de nosotros. Es como la raíz de nuestra vida, como el manantial que hace brotar las plantas ... Si nuestro corazón está vivo, todo nuestro ser estará luminoso y radiante de luz; si nuestro corazón está dormido, todo nuestro ser estará apagado y frío; si nuestro corazón es puro, todo nuestro ser será transparente y limpio; si nuestro corazón palpita, todo nuestro ser estará dispuesto al abrazo y al encuentro.
De eso tratamos en esta Celebración de hoy: de acelerar nuestro corazón para el encuentro con Dios y los hermanos. Ese es el mensaje que queremos transmitir a todos en este día. Queremos que a todos nos siga uniendo: Un corazón, así de grande.
Vamos a sembrar en nuestros corazones semillas de amor y de paz, y todo nuestro ser será una primavera radiante y un otoño cargado de frutos abundantes. Vamos a llenar nuestros corazones de Dios, y nuestra vida será una Fiesta que nunca termina ...
(Un momento de silencio)
En la presencia de Dios decimos:
- A Ti, Señor, descubrimos nuestro corazón, ante Ti nos presentamos tal como somos; a Ti no te podemos engañar, ni es posible la mentira o disimular ...
SEÑOR, TEN PIEDAD...
- Ante Ti, Señor, sólo nos cabe abrir el corazón, aceptarnos con humildad tal como somos. Lo que ante otros tenemos que callar, a Ti no te lo podemos ocultar...
CRISTO, TEN PIEDAD...
- Sabemos que Tú nos amas y aceptas tal como somos, como Tú y nosotros solo sabemos. Que también nosotros aceptemos y amemos como nos aceptas y amas Tú ...
SEÑOR, TEN PIEDAD...
Oración
Conmuévete, Señor, y sal al encuentro
de los hombres y mujeres que te buscan con empeño.
Acércate al corazón de los humanos,
Señor de todos los pueblos y naciones,
derriba las murallas y abre puertas y ventanas
para que el sol de tu amor
caliente nuestros corazones.
Danos un corazón recto y sincero,
un corazón inocente y limpio, capaz de olvidarse de sí
y preocupado por los hermanos necesitados. Amén.
Leemos la Palabra, para que nos ilumine y nos afiance en la fe de Jesús:
+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo, 22, 34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?» Él le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.» Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.
Palabra del Señor
COMENTARIO:
"Un hecho de vida ilumina con toda claridad este mensaje. Un hombre adinerado ha ayudado mucho económicamente a un psiquiatra amigo para montar su consultorio. El psiquiatra, agradecido, en fechas significativas hace llegar regalos caros a su protector. Éste tiene un hijo depresivo que, de vez en cuando, sufre fuertes crisis. El hombre adinerado le dice en una ocasión, después de aceptar su regalo: "Gracias, pero no gastes más dinero en regalos para mí porque tengo de todo. ¿Sabes cuál es la mejor forma de agradecer lo que he hecho por ti? Ayuda a mi hijo, sácale del infierno de la depresión que sufre; justamente, te iba a llamar para decírtelo. Habla con él, anímale y oriéntale. Ésta es la mejor forma de agradecerme eficazmente lo que he hecho por ti".
Esta situación es una parábola viviente que expresa con fidelidad el mensaje de Jesús de este domingo. Dios Padre- Madre y el Señor Jesús no necesitan absolutamente nada de nosotros; la única forma de amarles eficazmente es hacerla en la persona de sus hijos, nuestros hermanos. He escuchado a muchos padres: "Si quieres hacer algo por mí, busca un trabajo para mi hijo", "ayúdale a dejar la droga, la secta, las malas compañías... a ser todo un hombre, toda una mujer".
CANTO A LA CARIDAD
"Jesús revela que el amor es lo central en la vida. Y amar es una pasión positiva, no una simple abstención de odio. Lo que importa es amar, como dice el título de un libro de Caria Carretto. Ahora sabemos con entera seguridad en qué merece la pena agotar nuestras fuerzas. Aunque a veces el egoísmo nos pueda, al menos sabemos en qué hemos de empeñarnos con toda el alma.
Dios es amor (1 Jn 4,8). He aquí la revelación deslumbradora de Jesús, de la que parte todo. El hombre ha sido hecho a su imagen y semejanza (Gn 1 ,26). Y como Dios es amor, el hombre se parece a Dios, es hijo de Dios y alcanza su verdadera grandeza en cuanto ama. Afirma san Juan: "El que ama ha nacido de Dios" (1 Jn 4,7), lleva dentro de sí a Dios, porque "Dios es amor" (1 Jn 4,8); y donde hay amor, allí está Dios. El que ama está lleno de Dios.
Lo trágico para nosotros no es que no nos amen, sino que no amemos nosotros a los demás. Porque el amor es tan importante, por eso afirma Pablo que desafía a la eternidad (1 Co 13,13). Todo lo demás quedará aquí; sólo nuestra capacidad de amar irá con nosotros... Es que somos eso: densidad de amor, como el sol es su fuego. ¿No es esto decisivo a la hora de orientar nuestra vida?
El egoísta, que no es capaz de amar, sufre la suprema miseria, la máxima deshumanización posible, la vaciedad más profunda. Ya puede ser un Premio Nobel, un investigador que pase a la historia de la ciencia, un político capaz de arreglar definitivamente las tragedias que asolan el mundo; ya puede ser el artista, el médico, el poeta, el pintor, el humanista más grande de la historia, puede hacer los milagros económicos y sociales más sorprendentes que "si no tiene amor", no pasa de ser un pobre diablo, un pobre de solemnidad (1 Co 13,1-3). Sin el amor como impulso vital, nada vale. Sólo el amor da autenticidad y grandeza a la persona.
El amor nos construye por dentro. Yo soy mi capacidad de amar. Todo lo demás es ropaje del que habré de desprenderme al pasar la frontera del más allá. El amor es como la sangre del alma; cuando la sangre no llega a un miembro, le sobreviene la gangrena. Cuando el amor no llega a una zona de mi vida, de mi acción, viene la muerte. La fidelidad sin caridad es orgullo.
Desde hace muchos siglos, todos los teólogos han designado a la caridad con la grávida denominación de alma de todas las virtudes. Sin ella, todas las demás están muertas. Por eso, tanto Jesús como Pablo, Pedro y Juan insisten en que todo se resume y se reduce a la ley del amor (Mt 22,37-40; Rm 13,8-9; Gá 5,14; Jn 15,12; 1Jn 3,11). La pobreza, la humildad, la castidad, la mortificación, la acción, sin amor, no son más que fariseísmo y autosuficiencia. Todo lo que se realiza sin amor cae en el pozo sin fondo de la nada. Podrá ser útil para los demás, podrá contribuir a la historia de la salvación, podrá mejorar el entorno social, la vida de la comunidad cristiana, pero al que ha actuado desde el interés propio o desde la vanidad, se le dirá: "Ya recibiste tu paga" (Mt 6,2).
EL AMOR ES NUESTRO DESTINO
"Es necesario que descubramos toda la hondura de la invitación del Señor a amar, porque el amor es una exigencia de nuestro ser y, también, nuestro destino. Hemos nacido para amar y ser amados. Por ello, el amor ha de ser una aspiración constante para nosotros. La vida es un continuo aprendizaje de amor. San Juan de la Cruz dirá que somos como un leño verde en el fuego: primero, se seca; luego se incendia la parte externa hasta que todo se convierte en pura ascua.
En su Testamento el Abbé Pierre declara: "La vida me ha enseñado que vivir es un poco de tiempo concedido a nuestras libertades para aprender a amar y prepararse al encuentro con el Amor eterno... Cuando me preguntan por qué y para qué hemos nacido, respondo: '¡Para aprender a amar!'. Ésta es la certeza que quisiera dejar en herencia, porque es la clave de mi vida y de todo lo que he hecho". Este samaritano universal tiene derecho a decirlo.
Por lo demás, el amor no puede ser un simple mandamiento porque no se puede amar por decreto. ¿Querríamos que nuestros padres, hijos, hermanos, amigos nos amaran "por obligación"? ¿No es eso una contradicción? ¿Eso sería amor? Está claro que el amor no se puede imponer. Dicen algunos: "Lo amo porque no tengo más remedio, porque está mandado, si no...". Pues entonces, lisa y llanamente, no se ama. Hay que decir que el amor, tanto a Dios como al hombre, no es propiamente un "mandamiento", sino una consigna, una orientación, una invitación, el sentido de la vida. Por eso, hay que decir que para poder amar es necesaria la experiencia de haber sido amado. Nuestro amor es siempre respuesta a un amor que se nos anticipó, el amor de Dios y de otros seres humanos. Para poder amar a Dios es preciso sentirse amados por Él.
SÓLO EL AMOR HUMANIZA
El amor es la gran experiencia humana y humanizadora, experiencia de vida. San Juan ha dicho lapidariamente: "El que no ama está muerto" (1 Jn 3,14). Al escribir esta afirmación, no se daba cuenta de que estaba diciendo algo definitivo en antropología, en psicología. El que no ama está efectivamente muerto en el sentido psicológico. Por el contrario, afirma también: "Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos" (1 Jn 3,14).
El amor es, así mismo, experiencia de libertad. Es el otro nombre de la libertad. El que ama actúa impulsado desde dentro, sin coacciones, con entera libertad. Por eso afirmó san Agustín: "Ama y haz lo que quieras".
El amor es experiencia de unidad. Unifica el ser total, crea armonía, verifica la reconciliación del hombre consigo mismo,
con los demás y con Dios; y por eso produce experiencia de paz. Y junto con la unidad interior y la paz florecen la alegría y la felicidad. La verdadera felicidad sólo puede brotar del amor. Dios es la felicidad infinita porque es el amor infinito. En este sentido, confesaba J. L. Aranguren pocos meses ante de morir: "Creo que soy feliz, que he sabido poner las cosas importantes en su justo lugar; y en ese orden de cosas, el amor ha ocupado siempre el lugar de honor".
Amar y servir a Dios en el hombre, ésta es la consigna en que Jesús resume su mensaje y el sentido de la vida humana. Aquí está el secreto de la realización y de la felicidad de la persona. El teólogo y místico Ibn Arabí, en conformidad con la consigna de Jesús, dio un ardiente testimonio que debiera ser el de todos los cristianos: "Profeso la religión del Amor. El Amor es mi credo, mi fe".
Es el momento de hacer silencio, meditar.........
Oremos y Pidamos al Señor por intercesión de nuestra madre la Virgen de la Cabeza.
Todos: Ven, Señor, a nuestro corazón.
1.- Señor, si tú vienes a nuestro corazón, gotearán las nubes, el
agua empapara nuestras tierras, regara nuestros campos y florecerán las plantas resecas ... Oremos.
2.- Señor, si tú vienes a nuestro corazón, se hartarán los pobres de pan, se abrirán las fronteras entre el Norte y el Sur y se abrazarán la justicia y la paz. Oremos.
3 .- Señor, si tú vienes a nuestro corazón, los enfermos se verán aliviados del mal, los tristes reirán, los mudos gritarán y todos encontrarán la ansiada libertad... Oremos.
4.- Señor, si tú vienes a nuestro corazón, los guerreros romperán las armas de matar, se darán todos la mano y brotará de sus cascos el amor y la amistad ... Oremos.
Escucha, Señor, nuestra oración universal: Que seamos capaces de acercarnos unos a otros formando comunidad y dirigimos a ti como una sola familia, con un sólo corazón.
Damos Gracias
Danos un corazón grande
Señor y Padre nuestro, danos un corazón grande,
capaz de reconocer en nosotros,
todos y cada uno de tus dones.
Líbranos de la falsa humildad,
que nos impide descubrir en nuestra vida
la maravilla de tu acción misericordiosa.
Enséñanos a sabernos pequeños pero no despreciables,
siervos pero no esclavos, pobres pero verdaderos hijos tuyos,
y a cantar con alegría y darte gracias
porque has hecho obras grandes en nosotros.
Ayúdanos a cultivar con esmero todas las semillas
que tu amor fecundo va sembrando
en el campo de nuestra vida,
para que, gracias a la acción de tu Espíritu,
crezcan y fructifiquen para alabanza de tu gloria.
Te lo pedimos por medio de tu Hijo, Cristo resucitado,
y por intercesión de María, Madre y Hermana,
agraciada y agradecida, cantora de las maravillas de Dios.
Amén.
¡Feliz Semana!