PALABRA DE VIDA

DOMINGO VIGÉSIMO SEXTO del Tiempo Ordinario (ciclo A)

Santuario, 01, OCTUBRE, 2017

 

"¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?".

 

Ambientación

 

         Muchas veces gastamos las energías y la vida en disimular lo que no somos.

         Así, parecemos ante los demás más listos, más educados, más ricos y poderosos, más importantes.

         Este es un error y un defecto en el que todos caemos alguna vez en la vida.

         La influencia del mundo que nos rodea, de la sociedad en la que vivimos, muchas veces puede con nuestra personalidad y nos hace ser mentirosos, hipócritas, y nos engañamos a nosotros mismos.

         Vemos en otros algo que nos falta, y en lugar de trabajar, de esforzarnos por conseguir esa cualidad o esa posición social, la envidia nos corroe por dentro y falseamos nuestra propia identidad.

         Tenemos que aceptarnos como somos, y tenemos que trabajar para conseguir ser mejores.

         Vamos a reflexionar.

(Un momento de silencio)

 

En la presencia de Dios decimos:

 

         Es el momento de la sinceridad. Todos tenemos faltas y defectos. No lo vamos a disimular, vamos a pedir perdón a Dios por intercesión de nuestra Madre la Virgen de la Cabeza,  sinceramente, y con el deseo de trabajar para enmendar nuestras vidas.

- Porque somos orgullosos y no vemos nuestras propias faltas y pecados.

Señor, ten piedad.

 

- Porque somos envidiosos, lo queremos ocultar y no trabajamos para corregir nuestros fallos.

Cristo, ten piedad.

 

- Porque nos gusta aparentar lo que no somos y disimulamos nuestra falta de personalidad.

Señor, ten piedad.

 

 Oración

         Señor, danos tu luz,

para aceptarnos como somos,

altos o bajos, inteligentes o algo torpes.

Queremos comprender

que la grandeza humana está en el corazón.

Ahí es donde Tú nos conoces a todos

y donde no podemos engañarte.

Ayúdanos a ser sinceros y honrados

y a no abandonar nunca la sencillez de niños.

Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

 

Leemos la Palabra, para que nos ilumine y nos afiance en la fe de Jesús:

+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo, 21, 28-32

         En aquel tiempo dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «¿Qué os parece? Un hombre tenia dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: 'Hijo ve hoy a trabajar en la viña. Él le contestó: No quiero. Pero después se arrepintió y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: Voy, señor. Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre? Contestaron: “El primero”.

Jesús les dijo: «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y aún después de ver esto vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis.»

Palabra del Señor

 

COMENTARIO:

Esta página de Mateo, que hemos escuchado, es el final de un dialogo duro que Jesús mantiene con los sumos sacerdotes del templo de Jerusalén, y que nos invita hoy a pensar dónde nos encontramos nosotros en ese cruce de acusaciones, qué lugar ocupamos, si estamos entre:

-los sumos sacerdotes que acusan a Jesús de aparecer públicamente como pecador y de ponerse de parte de los marginados, de los despreciados en aquella sociedad. O entre,

-Jesús que acusa a los jerarcas religiosos de falsear la religión, conservando palabras vacías de contenido sin relación con su vida, y que les dice que los pecadores públicos y marginados les adelantan en el Reino de Dios.

Los que hemos nacido en una sociedad cristiana corremos el grave riesgo de no llegar a comprender correctamente el significado de nuestra fe y, por tanto, de merecer las palabras severas de Cristo.

Es fácil que nuestra visión personal de la fe elaborada desde la infancia, no la hayamos sometido a revisión y conserve deformaciones y grandes vacíos. Así muchos se sienten cristianos por el hecho de recitar un conjunto de fórmulas, aprendidas en la infancia, cuyo valor no se cuestionan demasiado.

Cuando se reduce el ser creyente a poco más que recitar fórmulas, o a confesar nuestra simpatía por la concepción cristiana de la vida, o a venir aquí, como cumplimiento de un mandato de la Iglesia, y no como a celebrar nuestra fe que nos compromete en la vida de cada día, se está creando una vida cristiana falsa, ésta

queda cortada en dos: se actúa, se vive como los demás ciudadanos en la vida social, familiar, personal y se dedica un cierto tiempo a dirigirse a un Dios que esta ausente de la vida, a un Dios al que se controla y al que se le da lo que conviene, olvidándose de Él cuando parece bien. Dios no penetra en esa vida nuestra familiar, laboral, social, en nuestros proyectos e intereses. Y así Dios permanece ausente. El resultado puede ser vivir en un error con la posibilidad de caer en el reproche condenatorio que Jesús dirige a los sumos sacerdotes.

Hemos oído cómo este diálogo de Jesús con los sumos sacerdotes tiene una referencia precisa. Le acusan a Jesús de ser amigo de los marginados y pecadores y Jesús les ha dicho que ellos no han hecho caso al "Bautista cuando les enseñó el camino de la justicia y no se convirtieron, vosotros seguís en vuestra mentira", y los pecadores públicos y los marginados por la sociedad civil y religiosa le creyeron y os llevan la preferencia en el reino de Dios".

Estas palabras de Jesús, en este día en el que la Iglesia nos invita a pensar en una categoría de marginados, los emigrantes, pueden ser una llamada a todos nosotros para revisar nuestra fe cristiana y en concreto, cómo actuamos ante tales situaciones de marginación social.

Marginados los ha habido, los hay en toda sociedad. En nuestra sociedad están bien definidos: son los alcohólicos, pordioseros, las prostitutas, los heroinómanos, los afectados por el sida, muchos empobrecidos en la tercera edad, y tantos... hoy recordamos especialmente a los emigrantes.

¿Qué hizo Jesús? La actuación de Jesús en la sociedad judía resulta tan sorprendente que no solo sobresaltó a aquellas jerarquías religiosas, si lo pensamos bien, todavía hoy nos resistimos nosotros a aceptarla.

Mientras que los sumos sacerdotes y los fariseos evitan todo contacto con impuros y pecadores, a Jesús le acusan de acercarse a los más discriminados religiosa y socialmente; Jesús les busca, se sienta a comer con ellos, se deja besar los pies por una pecadora publica, toca con su mano a los leprosos, busca salvar ante todo lo que está perdido, ¿por qué?

Cristo tiene sus ojos puestos en todas estas personas y su preocupación fundamental son ellas; no porque sean mejores ni peores, sino porque su situación de necesidad está clamando solución, atención. Jesús no da soluciones sociales, ni soluciones económicas, ni soluciones culturales de cómo integrar a tanto marginado en nuestras sociedades desarrolladas, que llegan con sus culturas diferentes. Ni nos indica cómo solucionar el desequilibrio y la injusticia de nuestro mundo. Jesús nos da una razón religiosa: todos somos hijos de Dios, son hermanos nuestros y son los más necesitados. Y Dios nos ha dado talento, imaginación, medios y responsabilidad para buscar entre todos soluciones. Es tarea nuestra. Sí, Jesús nos dijo algo, alguien diría que es más elemental, pero es más radical: somos hijos de Dios, somos hermanos. A todos nos concierne de algún modo la solución.

Cristo no va a cambiar sus palabras, Cristo repetiría hoy sus palabras: "vosotros, los marginados y olvidados, aunque casi nadie os lo diga, tenéis que saber que el Dios revelado en Jesucristo sigue siendo realmente vuestro amigo". Y también repetiría las palabras que hoy hemos oído y que dirigió a los sumos sacerdotes: No habéis escuchado a Juan cuando os ha exigido justicia, no habéis cambiado vuestra forma de vida, sin embargo, los paganos, y los que eran considerados pecadores y de mala vida, aunque habían dicho "no" a los preceptos de la Ley de Moisés, aceptaron a Jesús como Salvador y recibieron su perdón e hicieron suyo su mensaje salvador, por eso son los preferidos de Dios.

Recordémoslo, Cristo acusa de que no se han convertido a los que solo tienen rezos y ritos y no asumen su responsabilidad ante tanta injusticia.

Todos sabemos que nuestras sociedades han comenzado a preocuparse de estos "asuntos sociales" y tienen en marcha iniciativas y proyectos de ayuda social. Pero es cierto también que queda mucho por hacer, muchas actividades en las que nos podríamos comprometer. Cuántas iniciativas públicas y privadas, voluntarias se acometerían, y se mejorarían las existentes, si hubiera una fuerte presión de los ciudadanos para ello, si los ciudadanos tuviéramos una conciencia clara de las

verdaderas necesidades de la sociedad a las que los presupuestos deberían atender con prioridad, y tuviéramos generosidad y coraje para prestar nuestro apoyo.

Hermanos, es ya un hecho positivo, cómo no, considerarnos creyentes, pero la fe no es algo que se posee sino un proceso que vivimos a lo largo de toda nuestra vida. Y la vida nos va presentando, día a día, la responsabilidad de asumir nuevos

compromisos. La reflexión de este evangelio no debe llevarnos a un desánimo, a abandonar nuestra fe, sino a asumir con buen espíritu y con la ayuda de Dios lo que Cristo nos pide hoy.

Por eso, preguntémonos ahora con sinceridad:

-¿Soy yo consciente de mi responsabilidad, como cristiano, ante la miseria que viven muchos hombres y mujeres, hoy, en el mundo?

-¿Me he parado a pensar en lo que yo puedo hacer?

¿Cuál sería la palabra que Jesús nos diría a cada uno de nosotros?

Es el momento de hacer silencio, meditar.........

 

         Oremos y Pidamos al Señor por intercesión de nuestra madre la Virgen de la Cabeza.

 

1- Por el Papa y los Pastores de la Iglesia, para que cumplan con su ejemplo el Mensaje y las enseñanzas de Jesús, que ellos predican.

Roguemos al Señor...

 

2- Por las víctimas de nuestra hipocresía moral, política y religiosa, para que disfruten de la realidad de la vida.

Roguemos al Señor...

 

3- Por los profesionales de la palabra y la imagen, la prensa y la TV, para que no hablen con falsedad y mentira, confundiendo a la sociedad.

Roguemos al Señor...

 

4- Por todos nosotros, para que reconociendo nuestras faltas y errores, nos presentemos ante los demás como somos, sencillos y honrados.

Roguemos al Señor...

 

5.- Por todos los que carecen de trabajo, vivienda o alimentos; por todos los que sufren soledad, injusticia o persecución, para que no les falte nuestro apoyo. Haznos, Señor, sensibles y cercanos a todos ellos.

Roguemos al Señor...

 

6.- Por todos los que nos hemos reunido en esta celebración, para que Jesús, a quien le hemos escuchado, sea el centro de nuestras vidas.

Roguemos al Señor...

 

Todo esto y otras peticiones más, que cada uno traemos a esta celebración, te las presentamos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

 

Damos Gracias

 

Señor,

danos valor para aceptarnos como somos.

Danos valor para ser sinceros con nosotros mismos,

y ser honrados y leales con los demás.

Queremos comprender,

que la grandeza de la persona humana está en el corazón.

Allí donde Tú nos conoces a todos,

y donde no podemos engañarte.

Queremos aprender a compartir

lo que somos y lo que tenemos. Señor,

haznos sencillos, humildes y sinceros.

Que desterremos de nosotros toda maldad,

que nos pueda separar de Ti y entre nosotros.

Ayúdanos a presentarnos ante los demás como somos,

sin falsedad. Pero ayúdanos, también,

a trabajar por ser mejores:  

más sencillos y acogedores,

más leales y abiertos a todos.

 

¡Viva la Virgen de la Cabeza!

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