PALABRA DE VIDA

 Domingo Vigésimo primero del Tiempo Ordinario (ciclo A)

Santuario, 27 de Agosto de 2017.

 

" ¿Quien es Jesús para ti....? "

 

Ambientación

      

         "El Evangelio de hoy nos habla de una doble pregunta de Jesús:  ¿Quién dice la gente que soy yo?

¿Quién decís vosotros que soy yo? .

La pregunta sigue abierta desde que el mismo Jesús la dirigió a sus discípulos.

Durante veinte siglos la gente ha ido contestando a esta pregunta en un amplio abanico de respuestas.

De Jesús se ha dicho de todo: se le ha llamado blasfemo, infame e impostor; pero también se le ha llamado el Santo, el Más Grande, Super-Estrella, etc. . .

También se ha respondido con actuaciones concretas, con la vida. En su nombre se han realizado las más disparatadas y extrañas acciones. En su nombre se ha ejecutado al hereje, o se ha dado la vida por el prójimo.

Hoy nos importa a nosotros, responder a la segunda pregunta: ¿Quién decís vosotros que soy yo? ¿Quién es Jesús, para nosotros?

 

(Un momento de silencio)

 

En la presencia de Dios decimos:

 

         Es el momento del perdón. Vamos a comenzar la oración, recordando que Jesús es Dios y, por eso, puede perdonar nuestros pecados.

 

* Muchas veces pensamos que somos los dueños del mundo y de la vida, por poseer cargos o títulos, y nos olvidamos de Jesús. Por eso: Señor, ten piedad.

* Muchas veces nos creemos dioses, y nos atrevemos, incluso a pedir cuentas a Dios de la marcha del mundo, si no nos agrada como va. Por eso: Cristo, ten piedad.

* Muchas veces despreciamos a los que viven y trabajan junto a nosotros, sin darnos cuenta de que, también ellos, son hijos de Dios. Por eso: Señor, ten piedad.

 

Oramos:

         Señor, Dios,

Tú nos has enviado a tu Hijo, Jesús de Nazaret,

prodigio de humanidad y amor.

Con su Palabra nos libera,

y nos abre el camino hacia Ti,

y es la ayuda y el amparo

en esta vida dura y angustiada.

Queremos que Jesús siga vivo entre nosotros,

para poder ver claro el camino a seguir,

llenos de fe y de valentía,

llenos de sencillez y de paz.  Amén.

 

Leemos la Palabra, para que nos ilumine y nos afiance en la fe de Jesús:

+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo, 16,13-20

 

En aquel tiempo llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo y preguntaba a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?. Ellos contestaron: "Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas." El les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo» Ahora te digo yo: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del Infierno no la derrotará. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.» Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.

Palabra del Señor

 

Comentario

         "Al leer el evangelio de este domingo tenemos conciencia de que en el camino de Cesarea de Filipo ocurrieron cosas muy importantes. Por entonces, el rechazo del viejo Israel contra Jesús ya estaba aflorando con fuerza. Parece que Jesús quiere medir las aproximaciones a la fe que se dan en Israel. Pregunta: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Las gentes de Israel decían muchas cosas de Jesús.

         Las más favorables le comparan con Juan Bautista, o con Elías, o con Jeremías, o con alguno de los grandes profetas. Es decir, que Jesús no era aceptado ni creído como el Mesías, sino como un profeta más de los muchos que habían pasado por la historia de Israel. Para el pueblo judío, nada importante ni decisivo había ocurrido con la llegada de Jesús. Esa fe no era suficiente. Desde esa fe, Israel ya no es el Pueblo de Dios. Parece que Jesús ya está poniendo en marcha otro nuevo Pueblo de Dios que cree en él. Y, para comprobarlo explícitamente, pregunta a los suyos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Jesús quería oír una confesión de fe auténtica de labios de sus amigos. Entonces Pedro dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».

         A nosotros ahora esta contestación nos parece de escuela y muy fácil, pero no era tan fácil en aquellos momentos. A pesar de estas evidencias, parece que los discípulos tardaron su tiempo en creer de verdad que Jesús era «el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Incluso se dice que esa fe tan rotunda y tan segura sólo la vivieron los discípulos después de la resurrección. Antes de esto encontramos frecuentes confesiones de fe en Jesús, pero también aparecen cambios de opinión. Es que su fe no era muy fuerte. Yo creo que, cuando los discípulos vieran a Jesús hacer algún milagro, dirían asombrados: es el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Pero cuando lo vieran cansado y abatido o sufriendo desprecios y humillaciones, pensarían: es sólo un hombre bueno.

         En el camino hacia Cesarea es Pedro el que proclama la fe verdadera en Jesús, y Jesús le dirige palabras muy bonitas: «Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque eso no te lo ha revelado ningún mortal, sino mi Padre que está en los cielos». Como si quisiera decirnos que Dios Padre, con su gracia, ya estaba preparando un nuevo pueblo que profesa la fe verdadera. Esa fe verdadera es un don de Dios, un regalo; no es un descubrimiento humano ni una conclusión nuestra. Y añade Jesús: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del abismo no la hará perecer. Te daré las llaves del Reino de los cielos...»

         Sobre esa piedra, cimiento de la comunidad cristiana, Jesús levantó su Iglesia como nuevo pueblo de Dios. Y en la Iglesia de Dios, Pedro no es ningún superhombre ni un ángel. Es un creyente, sujeto a errores y pecados. Ahora hay gente que trata de decirnos que el Papa lo hace todo bien, que no se equivoca nunca, que es Jesucristo en la tierra. Todo esto es una evidente exageración piadosa. Pedro, la primera piedra de nuestra Iglesia, hizo cosas mal, alguna tan notable como negar a su Señor. San Pablo, en alguna ocasión, también tuvo que reprocharle su conducta. Pero sobre ese hombre Jesús quiso fundar su Iglesia. No tenemos del Señor la garantía de que la Iglesia todo lo hace bien. Sabemos que hay demasiadas chapuzas pastorales, pero esa Iglesia que Jesús fundó sobre hombres con errores y pecados nunca será derrotada por los poderes infernales, porque caminamos bajo la mirada cariñosa de nuestro Señor, que nunca nos abandona. Así lo atestiguan la historia y los avatares de nuestras viejas parroquias".

 

Es el momento de hacer silencio, meditar.........

 

         Oremos y Pidamos al Señor por intercesión de nuestra madre la Virgen de la Cabeza.

 

1 - Por la Iglesia y sus Pastores, para que prediquen a Jesús, tal como es, y no, según su conveniencia o la nuestra:

Roguemos al Señor.

 

2 - Por los pueblos del mundo, para que vayan construyendo su futuro, de cara a una fraternidad universal y sin egoísmos:

Roguemos al Señor.

 

3 - Para que no se abuse de la figura de Jesús, avalando con su nombre asociaciones, grupos, ideologías, o caprichos humanos:

Roguemos al Señor.

 

4  - Para que nosotros, que nos llamamos cristianos, tengamos el coraje de reconocer a Jesús y llevar su ejemplo al mundo, a la vida de cada día: Roguemos al Señor.

 

Todo esto, y otras cosas que a cada uno de nosotros nos vienen a la memoria, te las pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.

Amén.

 

DAMOS GRACIAS :

 

"TU ERES CRISTO, TU ERES PEDRO"

"No se trata de una presentación mutua, ni siquiera es simplemente un reconocimiento ; se trata de una confesión.
Confesar a Jesús como el Cristo, el Mesías, significa situarlo en el centro de mi propia historia, descubrirlo como acontecimiento fundamental en mi largo camino de esperanza, realización de la definitiva promesa para Israel, y en definitiva para todo hombre.
Se trata de una confesión tan fuerte, que no puede ser fruto de una reflexión o deducción personal, sino resultado de la revelación del Padre. Y esto para Pedro, como para cualquier creyente, es una gracia y una bendición.
Jesús responde consecuentemente a este reconocimiento no sólo con la bienaventuranza, sino con otra confesión : "Tu eres Pedro... y por confesar lo que mi Padre te reveló yo te coloco como piedra "angular", sillar fundamental para construir el edificio de mi Comunidad.
Desde allí y desde entonces aquellos que confiesan a Jesús como el Cristo, sobre todo a partir del realismo de la cruz y de la fuerza del resucitado, por la gracia del Espíritu, se transformarán en piedras vivas dentro de la Comunidad de Salvación que anuncia Jesús.
Así comienza a realizarse aquella promesa,..."aquel que me confesare ante los hombres, yo le confesaré ante el Padre"... (Mt. 10, 32).
Porque la Iglesia es ante todo Comunidad de Creyentes,...que confiesan que Jesús es el Cristo y se entregan a su causa".

Damos gracias por todo ello.

 

                                      ¡Feliz descanso!

 

anterior siguiente