PALABRA DE VIDA

La Sagrada Familia: Jesús, María y José

Santuario, 31 de Diciembre, 2017

 

AMBIENTACIÓN

        ¿Hay Familias Santas Hoy?
En esta fiesta de la Sagrada Familia pensamos en todas las familias cristianas. ¿Hay familias santas, además de la de Nazaret? Si, las hay, cada una en su estilo único, si los miembros, padres e hijos, se aman y respetan mutuamente y dejan que Dios alimente y profundice su afecto; sí, si el alimento, la alegría y el cuidado se comparten; sí, si los roces o choques se resuelven de una manera que permita a los miembros crecer juntos en el perdón y en la comprensión mutua; sí, hay familias santas donde la puerta se abre con hospitalidad, y donde el Señor mismo es acogido en hermanos pobres y sufrientes. Es el Señor mismo quien nos da la bienvenida aquí y ahora en esta celebración.

(Un momento de silencio)

 

En la presencia de Dios decimos:

 

Señor Jesús, que tus siervos vean y experimenten
la paz de tu perdón.

 
R/. Señor, ten Piedad de nosotros.

Cristo Jesús, tú eres la luz de todas las naciones
y la salvación de todo el mundo. 


R/. Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor Jesús, tú eres la gloria de tu pueblo,
el signo de la misericordia de Dios.


R/. Señor, ten piedad de nosotros.

Ten misericordia de nosotros, Señor, 
Reconcílianos contigo y con los hermanos.
Vive en nuestros hogares y en nuestras comunidades
y llévanos a la vida eterna.


Oración


Oremos a nuestro Padre pidiéndole que haga de todos nosotros  una familia en Cristo.


(Pausa)
Oh Dios y Padre nuestro: Tú diste a tu Hijo Jesucristo 

el calor y la seguridad de una familia por medio de María y José en Nazaret.


Haz que tu Hijo comparta también  la vida de todas nuestras familias cristianas y haz de tu Iglesia una comunidad en la que   aprendamos a aceptarnos y

ayudarnos unos a otros como miembros de una misma familia.

 

Lectura del libro del Eclesiástico (3,2-6.12-14):

Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.

Palabra de Dios

 

Salmo: Sal 127

R/. Dichosos los que temen al Señor 
y siguen sus caminos

Dichoso el que teme al Señor,
y sigue sus caminos. 
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa; tus hijos,
como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.

 

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,12-21):

Como pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y amado, sea vuestro uniforme la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y celebrad la Acción de Gracias: la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.

Palabra de Dios

 

Lectura del Santo Evangelio según san Lucas (2,22-40):


Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor. (De acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor"), y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones". Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. 
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. 
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Palabra del Señor

 

COMENTARIO:    Sagrada Familia

 

"En un colegio de cierta ciudad del norte de España, una religiosa-profesora ha explicado a sus alumnas las bienaventuranzas y, al concluir sus comentarios, ha pedido a las pequeñas, en el ejercicio sobre el tema, que digan si conocen a alguna persona que viva las bienaventuranzas y por qué les parece a ellas que las viven. Muchas de las niñas acuden a respuestas más o menos previsibles: cinco o seis ponen como bienaventurado al Papa Juan Pablo II; dos o tres a personajes muy conocidos, como la Madre Teresa de Calcuta o Luther King; algunas –entre cariñosas y levemente cobistas- aluden a las monjas de su escuela; una señala a sus padres. Y da una maravillosa explicación: “Viven las bienaventuranzas porque viven en paz y porque nos quieren a mí y a mi hermana más que a sí mismos”.

Esas dos niñas bien pueden decir que han tenido suerte, porque nacer en una casa donde se vive en paz y donde todos quieren a los demás más que a sí mismos es el más alto de los tesoros que se pueden soñar. No hay riqueza mayor, no hay cultura más alta, no hay humanidad de mejor calibre.

La profesora me explica que todo eso se nota en esas dos pequeñas: no son extraordinariamente inteligentes, pero sí magníficamente equilibradas; viven con pobreza y estrechez, pero son felices. Aman tanto como son amadas.

Además, me parece que esas dos pequeñas lo han entendido muy bien: en una casa, el don mayor es la paz. En el trabajo puede que sea de más valor el entusiasmo creativo. Entre un grupo de amigos tal vez pueda valorarse sobre todo la entrega apasionada. En una aventura humana o espiritual tal vez se cotice más la lucidez ardiente. En una casa, la paz; el saber estar juntos aceptándose, queriéndose en silencio, con ese amor que empieza por el común respeto. Afortunados aquellos a quienes sus padres les dejan como herencia el don de haber vivido los diez primeros años de vida en ese milagro de la paz cariñosa. El mundo giraría si todos los hombres entráramos así en la historia".

Es el momento de hacer silencio, meditar.........

 

         Oremos y Pidamos al Señor por intercesión de nuestra madre la Virgen de la Cabeza.


En esta fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret, oremos a Dios nuestro Padre como una familia de hijos e hijas de Dios. A cada petición responderemos: 
R/ Escucha a tu pueblo, Señor.

 

- Por la Iglesia, familia de  Dios, para que siga defendiendo el respeto a la vida, el llamado a la fidelidad y al amor, y lo sagrado del vínculo matrimonial, roguemos al Señor.

- Para que haya madres como María, con corazón  afectuoso y espíritu de servicio; madres que sigan cuidando a sus hijos y enseñándoles los grandes valores cristianos, como la generosidad y el amor, roguemos al Señor.

- Para que haya padres como José,  laborioso, sacrificado y servidor de Dios; padres que preparan a sus hijos a ser adultos libres y responsables,  roguemos al Señor.

- Por las parejas que viven juntos pero como extraños, para que se descubran unos a otros con paciencia, perdón y confianza mutua, roguemos al Señor.

- Por los hijos, para que, conforme crecen,  aprecien a sus padres y les sean agradecidos; por los abuelos, para que los hijos y nietos les ayuden y les amen en el atardecer de su vida, roguemos al Señor.

- Por todos nosotros, reunidos todos juntos como hermanos en la Eucaristía, para que sepamos compartir unos con otros nuestras vidas y preocupaciones como una familia grande y llena de cariño y afecto, roguemos al Señor.

 

Señor Dios nuestro, Jesús creció en una familia humana. Que María y José nos enseñen a permitir a Jesús crecer en nosotros, pues él es nuestro Señor y Salvador por los siglos de los siglos.

 

ACCION DE GRACIAS

Oh Dios y Padre nuestro:  Tu Hijo Jesús se hizo cercano a nosotros en esta ORACIÓN COMUNITARIA.
Él ha estado aquí con nosotros, asequible y disponible para todos.


Que él siga viviendo en nuestros hogares y en nuestras comunidades. Que nos haga asequibles y dispuestos 
los unos para los otros, incluso a costa de incomodidad personal  y,  con María y  con José,  listos para cualquier tarea que puedas confiarnos. Porque podemos hacer todo  en el nombre de Jesús, el Señor.


Bendición

 

Hermanos: ¡Qué bueno estar ahora todos nosotros juntos, como familia del Pueblo de Dios, y orar con la Sagrada Familia de Nazaret por lo que todos nosotros queremos tanto :nuestros hogares, nuestras familias, la comunidad cristiana, la familia de nuestra nación y de nuestro pueblo!. 
 

Que Dios nos bendiga a todos  y nos guarde siempre unidos como hermanos.
Y así, que la bendición de Dios todopoderoso, 
Padre, Hijo y Espíritu Santo 
descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

¡FELIZ AÑO NUEVO, 2018!

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