PALABRA DE VIDA
CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B
Santuario, 28 de enero de 2018
«¿Que tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno?».
Ambientación
Buenas, agradecidos por vuestra presencia, nos ponemos en presencia de Dios Trinidad, en este rato, que vamos a orar juntos y dirigirnos a EL.
"Se suele oír que las palabras se las lleva el viento, mientras que el testimonio arrastra. Este refrán no vale para el comportamiento de Jesús, porque sus palabras están cargadas de autoridad. Así lo reconoce repetidamente la gente. Él arranca admiración, enseña de una manera diferente: la verdad de su Evangelio y su testimonio son nuevos, convencen, porque lo que predica con verdad lo confirma con la vida. Que el Espíritu Santo nos ayude a creer más comprometidamente".
(Un momento de silencio)
En la presencia de Dios reconocemos nuestras faltas de caridad y de justicia, y pedimos perdón.
- Tú, Palabra de vida, que nos llamas de las tinieblas a tu luz admirable.
¡Señor, ten piedad!
- Tú, Palabra de vida, que acompañas el caminar de quienes te buscan con sincero corazón.
¡Cristo, ten piedad!
- Tú, Palabra de vida, que nos quieres entregados a servirte a Ti y a los hermanos.
¡Señor, ten piedad!.
Oración colecta
Dios, Padre bondadoso, quieres que seamos felices y, para ello, nos has trazado el camino de la salvación; concédenos amarte con todo el corazón y que nuestro amor se extienda a todos. AMEN.
Escuchamos la Palabra
Lectura del libro del Deuteronomio, 18,15-20;
Suscitaré un profeta y pondré mis palabras en su boca
Habló Moisés al pueblo diciendo: El Señor, tu Dios, te suscitará un profeta como yo, de entre tus hermanos. A él le escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb, el día de la asamblea: «No quiero volver a escuchar la voz del Señor, mi Dios, ni quiero ver más ese terrible incendio; no quiero morir.» El Señor me respondió: «Tienen razón; suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca y les dirá lo que yo le mande. A quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Y el profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, es reo de muerte.
Palabra de Dios
Salmo responsorial 94
R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras». R.
+ Lectura del Santo Evangelio según San Marcos, 1,21-28
Llegó Jesús a Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su enseñanza, porque no enseñaba como los letrados, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: El Santo de Dios." Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él.» El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.» Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
Palabra del Señor
COMENTARIO:
"Escribe el filósofo y gran cristiano Sóren Kierkegaard: "Si has de leer la Palabra de Dios, es para mirarte en el espejo y decirte continuamente durante la lectura: yo soy a quien se le habla, yo soy de quien se habla". Por eso, hemos de decirnos: "Soy yo ese 'poseso' a quien Jesús quiere liberar".
Hoy todos los escrituristas afirman que los endemoniados de los que hablan las Escrituras eran enfermos o personas que sufrían fenómenos relacionados con la psiquiatría o la parapsicología. Al no encontrar explicación, los creían poseídos por un espíritu malo que perturbaba su vida y no les dejaba vivir en libertad. Perturbaban su vida y la de los demás porque eran todo un problema familiar y social. Los evangelistas, sobre todo Marcos, presentan a Jesús como el gran exorcista que libera de las fuerzas del mal, que esclavizan, y recupera para la lucha por el bien, como vemos en el relato de hoy.
El "poseso" o "endemoniado" es un símbolo de todos y cada uno de nosotros, dominados por las fuerzas del mal, del pecado, fuerzas que no nos dejan ser nosotros y de las que, en el fondo, ansiamos liberarnos. A veces se dice expresamente: "No sé qué me pasa; parece que tengo el demonio en el cuerpo". Hoy la "posesión" tiene otros nombres; se llama traumas, complejos, adiciones, depresiones, genio, fobias, presión social, miedo... Estas fuerzas del mal nos dominan, nos hacen sufrir y hacen sufrir a quienes nos rodean.
Hay demonios; "personales", "familiares" y "sociales". Existe el pecado social, esas fuerzas reales del mal, impersonales, pero que siembran inhumanidad en el convivir y en las relaciones humanas. Son los "demonios" que se posesionan de los colectivos, la dialéctica histórica de la opresión que niega futuro a los sin-futuro: los que no tienen, no pueden, no saben, no cuentan. Es un poder que hay que "echar fuera" y sustituirlo por el poder de Dios, que es la dialéctica de la justicia divina, que recrea al hombre abriéndole a la posibilidad de un futuro nuevo, negado por los que manejan la historia.
DEMONIOS QUE ATORMENTAN Y TIRANIZAN
Los demonios del pesimismo y del miedo tiranizan de un modo especial a los cristianos. El miedo al "qué dirán", a ser distintos... ¿No hay muchos cristianos vergonzantes que no se atreven a confesar en público su fe, mientras muchos (porque hoy es lo que viste) presumen de incredulidad y agnosticismo? Nos acosa el miedo a ir contracorriente: "Creo que no tendría que ser así, pero todo el mundo lo hace"... Nos acosa el miedo al riesgo, al conflicto, al fracaso. En este sentido, hay que decir: "El que actúa puede equivocarse; el que no actúa, ya se equivocó". Nos asusta lo nuevo, el futuro. Decía el gran teólogo K. Rahner: "Los cristianos cogemos el tren del futuro, el tren de la modernidad, tarde y a desgana".
¡Cómo atormentan los complejos! ¡Cuánto hace sufrir la timidez a los tímidos! "¡Tengo rabia contra mí mismo por esta timidez que me paraliza! Si no fuera por ella... las cosas que podría hacer yo".
Estos demonios atormentan a sus posesos, dominan, impiden a la persona ser libre, ser ella misma, actuar. Los traumas, los miedos, los complejos, la timidez... paralizan a la persona: "Si no fuera por este miedo a la crítica, haría muchas cosas". Recuerdo a un gran pensador, al que el miedo a la crítica le impidió escribir libros de envergadura. Tenemos condiscípulos brillantes anulados por el miedo; en cambio, otros mediocres, con una gran confianza en sí mismos, han realizado verdaderos prodigios en su labor.
ALERTA CONTRA EL FATALISMO Y LA COMODIDAD
Ante la posesión de estos "malos espíritus" la tentación es el fatalismo: "Esto no tiene remedio", "si tiene que ser así, !qué le vamos a hacer!", "genio y figura hasta la sepultura", "si somos así, si es mi modo, su modo de ser!"... Esta actitud es radicalmente anticristiana.
Otra tentación que puede acosarnos es la comodidad. Los posesos le gritaban a Jesús: "¿Has venido a atormentarnos, Jesús de Nazaret?" (Cf. Mc 5,7). Aun en medio de los sufrimientos los "demonios" les traen algunas ventajas a los endemoniados. Como están endemoniados se sienten liberados de toda responsabilidad. Es lo que responde el tímido, el acomplejado, el depresivo cuando alguien quiere exigirle: "Bueno, déjame en paz, ya sabes que soy así... Respeta mis limitaciones. No me exijas lo que no puedo dar". El trauma, los complejos, la falta de autoestima pueden aducirse como una justificación para todo. Un complejo, un trauma bien administrado da a veces muchas ventajas y encubre muchas comodidades...
Jesús se presenta en los evangelios como el gran exorcista. Afirma de sí mismo que es el hombre fuerte que desarma al guardián del castillo donde están los prisioneros, se adueña del castillo y libera a los prisioneros (Mt 12,29). En su vida terrena no hacía más que repetir con todo énfasis: "No temáis... Yo he vencido al mundo". "¿Por qué teméis, hombres de poca fe?" (Mc 4,40). Un ejemplo de liberación del demonio del miedo son los apóstoles, acoquinados durante su pasión, encerrados en el cenáculo después de su muerte y, en cambio, increíblemente envalentonados después de su resurrección (Hch 5,29-30). Es más, salen contentos del Sanedrín por haber sufrido a causa de Jesús (Hch 5,41).
MEDIOS Y REMEDIOS
Jesús de Nazaret está vivo y sigue expulsando demonios; quiere liberarnos de ellos y nos ha constituido exorcistas: "Curad a los enfermos, echad los demonios" (Mc 16,17). El Evangelio respira optimismo frente al mal.
Jesús nos libera del demonio cuando se lo pedimos en la oración como aquella madre de una hija atormentada: "Señor, ten compasión; mi hija tiene un demonio muy malo" (Mt 15,22). "Esta ralea de demonios no sale más que con la oración" (Mc 9,29).
Martín Luther King narra en una carta el derrumbamiento interior que sentía ante las amenazas de muerte. Le habían dicho por teléfono: "Negro asqueroso, tienes los días contados. No quieres dejar la lucha por las buenas; la dejarás por las malas". Comenta: "Tuve una experiencia de Getsemaní. Oré ardientemente al Señor: 'Tú, Señor, me has metido en esto; tienes que darme fortaleza'. Al final de la oración me sentí otro. Ya no me importaba morir si era necesario".
En la Eucaristía el Señor no sólo nos toca como hacía en su vida terrena, sino que se hace nuestro alimento, nos da su Espíritu para que expulsemos los malos espíritus. Es increíble cómo se libera de los demonios opresores quien vive en comunión con el Señor. Él nos invita a servirnos de los medios y remedios naturales: dejarse ayudar por otras personas, sean amigos o psicólogos. Ello supone lanzarse a la acción, intentar lo imposible. "No sabía que era imposible y lo realizó", afirma un gran dicho. ¿Cómo vamos a saber que es imposible si no lo hemos intentado?
Preguntaban a un convertido: "¿Qué es lo que te han dado que no te pareces a aquel hombre tímido que callaba, que decía amén a todo y ahora no hay quien te frene?". Contestó: "¿Sabéis lo que me han dado? Transfusiones de Evangelio, que tomo a diario; es la fe y la confianza en el Señor Jesús que nos habita y nos empuja desde dentro. He expulsado el miedo de mi cuerpo; os lo aseguro".
No cabe duda, el Evangelio te pone en comunión con Jesús de Nazaret, que echa todos los demonios que paralizan e infunde el Espíritu que dinamiza".
Es el momento de hacer silencio, meditar.........
Oremos y Pidamos al Señor por intercesión de nuestra madre la Virgen de la Cabeza.
Oración de los fieles
- Por la Iglesia, para que anuncie la Palabra de Dios con la autoridad que concede el testimonio.
Roguemos al Señor.
- Por el desarrollo y la convivencia en paz de los pueblos.
Roguemos al Señor.
- Para que los cristianos ejerzamos la autoridad propia del Evangelio vivido.
Roguemos al Señor.
- Para que nuestra Comunidad testimonie intensamente a Jesús.
Roguemos al Señor.
- Por todos los que sufren en el cuerpo o en el espíritu, por los pobres y por todos los desfavorecidos.
Roguemos al Señor.
- Por nuestras intenciones y por las necesidades de nuestro pueblo.
Roguemos al Señor.
Por Jesús Cristo Nuestro Señor. Amén.
Damos Gracias
Llénanos, Señor, de tu autenticidad
Se sorprendían al ver cómo actuabas,
porque todo tu hacer brotaba de Dios,
provenía de la fuente de tu sabiduría,
del dejar a Dios ser en ti mismo.
Tú transparentabas a Dios,
porque actuabas con amor,
porque sabías escuchar al hermano,
porque todo tú te ponías a su servicio.
y esa era tu autoridad,
la que tanto sorprendía a tus seguidores
y es la que nos falta a nosotros,
porque no te dejamos hacer en nosotros del todo.
Señor, sé la energía de mis actos,
el motor de mi fuerza
y el amor de mis gestos.
Hazme gratuito, empático con el otro,
para entrar en su necesidad,
para alumbrar sus oscuridades,
para ser pañuelo de sus lágrimas
y compañero de la vida.
Tú que conoces mis demonios, y los de mi entorno,
enséñame a reconocerlos, sáname, para sanarlos,
y hazme, como Tú, generador de vida.
¡Feliz Semana!